jueves, 2 de abril de 2020

Microrrelatos: El amargo olor de la derrota

La propia de los espantapájaros. La impotencia ante los cuervos. Ese es el sentimiento de  mi rey ante la llegada imparable de las hordas negras. Parapetado tras su enroque asiste incrédulo a la caída de sus defensas en el flanco de rey. 

Se las prometía felices en los inicios de la defensa india de rey. Las operaciones en el flanco de dama se antojaban jugosas y era cuestión de tiempo el hundimiento del rival. Pero llegó el bloqueo. Un simple error y los peones se quedaron sin avance y las piezas ligeras sin casillas. Y llegó la reacción del negro por el flanco de rey. Los peones de f, g y h avistan ya el enroque y es cuestión de pocas jugadas que penetren en el enroque y masacren a mi monarca. 

Me juego mucho en este envite. Mi rival también. Una victoria supone acceder a una beca deportiva. Un entrenador, dinero y acceso a torneos. Una derrota es volver a la frutería de mi tío, Resignado hago la jugada que abre el enroque y que terminará de hundirme.

De pronto, mi rival empieza a toser de forma incontrolada. Se levanta y se va al baño. Vuelve tiritando, tiene la cara roja. No me había fijado. Tiene todos los síntomas. Se levanta compungido. Esboza una disculpa. Y se va corriendo de la sala. Me quedo solo. Mi posición está perdida pero está claro que no va a volver. Es mi oportunidad. Lo medito cuidadosamente. Al final, paro el reloj y firmo mi derrota en la plantilla. No sé, al final tampoco me disgusta tanto el olor del brócoli a las 5 de la mañana. 

jueves, 26 de marzo de 2020

Microrrelatos: Cápsula del tiempo

Mis cálculos son falsos. Todos ellos.
He encontrado en el trastero la cápsula del tiempo del cole. Era un pronóstico de cómo estaríamos con 40 años. Leo con fruición.
1. Tendré un trabajo fabuloso.
Montar el salpicadero del Polo definitivamente no es fabuloso. Tacho.
2. Tendré un Ferrari.
Miro escéptico mi Dacia Duster. Tacho
3. Me casaré con Rosita.
Lo veo difícil; es lesbiana y está en prisión. Tacho.
4. Mi mujer será dulce y cariñosa.
Oigo una voz desde la cocina.
-Subes o qué? hostias!!. Tacho.
Suspiro. Escribo en el reverso " Querido yo de 8 años: que te den". Guardo la capsula.

Microrrelatos: volar con la imaginación

Mis cálculos son falsos. Novecientos. Solo he tardado unos segundos en comprobarlo. Cientos de horas en el taller no han servido para nada.  Setecientos metros. Carlo, mi maestro ya me advirtió; mis matemáticas eran demasiado creativas. Quizá tenía razón. Trescientos metros. Me fastidia por Clara, con su ciega fe en mí. Mejor le hubiera ido con su otro pretendiente, Giulio, aburrido como una piedra pero futuro conde de Lombardía. Cincuenta metros. A mí me mata el entusiasmo. Estaba convencido de que mi máquina voladora funcionaría. Es curioso. A pocos metros de estamparme contra el suelo de este acantilado lo único que siento es hambre.

Microrrelatos: Cita a ciegas

Llegará pronto. Estoy nervioso, hace mucho que no tengo una cita. Lo primero, ordenar la casa. 
Me he abandonado un poco por lo de la enfermedad. 
El tiempo apremia así que me conformo con esconder ropas y cachivaches en el altillo. 
Me acicalo con esmero. Me pongo traje, el de las bodas. La cita de hoy lo merece. Llevo tiempo esperándola. 
He hablado muchas veces con ella pero nunca nos hemos visto. 
Suena el timbre. Luzco mi mejor sonrisa, mil veces ensayada. 
Ella es como me imaginaba, preciosa. Aunque en realidad no se le ve bien; la guadaña le tapa la cara.

Microrrelatos: Basta ya

Llegará pronto del trabajo, mascullando improperios contra su jefe. Me besará con desgana. Se sentará en el sofá a leer el marca por internet. Cenaremos con el telediario mientras despotrica ferozmente contra los políticos. Veremos una serie. Una vez a la semana me echará un polvo con la misma pasión con la que aprieta tornillos. Y así día tras día. Esta es mi vida. O lo era. Así que cuando Juanjo, el panadero con el que tonteo, me pidió que me fuera con él no me lo pensé dos veces. Ahora estoy metida en un avión. No sé a dónde vamos. Ni quiero saberlo.

Microrrelatos: Viaje a ninguna parte

Y ella finge que se lo cree. Es un gran narrador. Detalla con precisión sus relatos de viajes; el hotel, el menú y hasta la halitosis del señor Silva, ese indeseable hostelero que le acabó comprando la Huracán-x28.
Ella se ríe con la anécdota del noruego borracho.
Sabe que todo es mentira. Le despidieron hace 5 meses. No se atreve a decirselo. Se hundiría. Ahora ya sabe lo del dinero. Por casualidad vio su foto en un catálogo de señores de compañía para viejas ricachonas. Lejos de ofenderse, le enterneció.
El nota su abstracción . Le dice te quiero. Es lo único sincero que ha dicho hoy.

Microrrelatos: Lo que hay que hacer a veces

Y ella finge que se lo cree. Escucha embelesada, su campeonato autonómico de media maratón Su carrera de Medicina y su Erasmus en Londres. Su ático en el centro le vuelve loca.
Tania apura su cubata. Son las dos.
– Este tio es gilipollas.-concluye.
Conoce a su hermana.
Sabe que su campeonato es un puesto 58. Que su carrera de Medicina es una Fp de enfermeria. Que su Erasmus fue un viaje a Ámsterdam con fines opiáceos. Que su ático del centro es una buhardilla compartida en el centro ….de Vallecas.
Pero esta muy bueno.
– Lo que hay que hacer por echar un polvo en este pueblo.

Microrrelatos; Ilusiones

Y ella finge que se lo cree. El le habla de los planes de expansión de su empresa. Quería abrir tiendas en Argentina. Pero es complicado. La burocracia en latinoamérica es infernal, así que piensa conformarse con abrir en Valencia. Finalmente, ha decidido despedir al jefe de ventas. Le roba. Clara apoya todas sus decisiones. Le felicita por sus éxitos . Pero al salir de la prisión psiquiátrica siempre vuelve con la misma sensación de vacío. Lo único que se cree de su ex son los moratones de los golpes. El tono amarillento de su tez. Y los ojos vidriosos de ese sida que le carcome por dentro.

Microrrelatos; Carne


Ahora ya vestido, mucho mejor. Qué mal rato. La verborrea de Marcos me engatusó.
Que no podía quedarme encerrado. Que me llevaría a conocer otras gentes, otras almas.

Lo que descubrí no fueron sus almas sino su recubrimiento carnoso. Era una playa nudista.
Era tarde para echarse atrás y allí paseé en pelotas por ese contubernio ignominioso de miembros desnudos. 
Llevo décadas sin tener conocimiento carnal con mujer alguna así que sufrí avergonzado ciertas reacciones fisiológicas…. incómodas.
Gracias a Dios, Marcos me trajo de vuelta justo para prepararme para oficiar la misa de las cinco. 
Espero que Doña Brígida no me haya reconocido.

Microrrelatos: Refugio

Ahora ya vestido, salí a fumarme un porro. Lucía vino conmigo. Se veía radiante. Le sentó bien la orgía de ayer.
No se veía un alma.

– ¿Crees que sobreviviremos?.

– No sé. Si no nos encuentra nadie puede que sí.

Me quitó el porro y me dio un morreo.
– Somos libres, verdad? ya no hay normas. Me gusta.

Desde que el coronavirus se extendió por el mundo todo se había desplomado. Pocos habiamos sobrevivido.
Algunos nos habíamos recluido en este recóndito refugio.

Un todoterreno aparecio súbitamente El conductor pedía ayuda a gritos. Al copiloto se le veía tosiendo, gravemente enfermo. Lucia empuñó la escopeta.

Microrrelatos: Humo

El árbitro añadió catorce minutos, logré decir. El inspector apuró su cigarrillo pausadamente. Lo apagó con parsimonia.
– ¿ Y por eso tardaste 3 horas en volver? Tuviste tiempo de sobra para salir del estadio, hacerlo y regresar
Me encogi de hombros.
– No sé, Me entretuve echando unas cervezas con los muchachos.
Otro silencio interminable
– Marco, ¿te crees que soy gilipollas?
Pensé en contestarle pero fui más práctico. Saqué mi Beretta y le pegué dos tiros.
Su gesto de sorpresa quedó petrificado en su cara. Ahora sí tenía cara de gilipollas.
Segun bajaba las escaletas subía Lucas, el Limpiador, con sus botes de ácido y salfuman. No me saludó.

Microrrelatos: Ultimas palabras

El árbitro añadió 14 minutos, logré decir con voz balbuceante y entrecortada. El estupor de los médicos fue enorme. Eran mis primeras palabras en 30 años..La operación de cuerdas vocales había sido extremadamente complicada. La frase la había oído en la radio.
Intenté otra frase más difícil, llena de jotas, :"Jamás jamé jamón de jabugo". Algo se rompio en mi garganta y vomité sangre.
Rápidamente me lllevaron a urgencias. En el trayecto burlé a los celadores y entré en la 415. Me plante frente a Ricardo y le solté "Hijoputa". Un intenso dolor inundo mi garganta. Puede que fueran mis últimas palabras. Pero mereció la pena.

MCR: La ira de Dios

Empezó a llorar Dios. Del cielo cayeron descomunales ríos de lágrimas. Muchos murieron ahogados. Al fin, cesó. Los subditos salieron a implorar a Dios.
Este les ignoró y vertió sobre su pueblo un río de lava espesa que arrasó las casas y las vidas de otros tantos. Los supervivientes, desesperados, pedían clemencia. Pero Dios no se apiadó. Un fuerte terremoto derribó las paredes . Los pocos supervivientes, se escondieron esta vez en lo mas profundo de la tierra.
Después de haberlas meado, vomitado y sacudido, Mikel se canso de fastidiar a esas estúpidas hormigas del terrario y se puso a jugar con los cubos.

MC: Ciclotimia

Empezó a llorar. Primero fue apenas un destello en los ojos.Como un niño compungido castigado sin tele. Después unas timidas lágrimas. Finalmente un torrente aderezado con gimoteos. Su cara mutó y los sollozos dieron paso a una risa nerviosa, transformada en una sonora e interminable carcajada desquiciada Súbitamente volvio a mutar, . Su cara se tiñó de un rojo oscuro y la ira se apoderó de él. De su boca brotaron espantosas injurias que regaron literalmente a los espectadores de la primera fila.
No hubo tiempo para más. Apenas un par de botes en el suelo con la cabeza al caer la guillotina.

Microrrelatos: Inercias

Empezó a llorar. La historia de siempre. Cada vez qué Estela fuma marihuana le da el bajón. Que no la quiero, que la vida es una mierda…Todas la rodean para consolarla y me miran con desaprobación. Estoy harto. Me voy con el Fer. Me pone al día de fútbol y tetas, los únicos temas que maneja. Básico pero entrañable. Nos vamos al Iris. Arrasamos al furbolin. Hoy estamos sembrados .Me quedo hablando con Ainara. Es una tia estupenda. Es asexual y lo tiene asumido.Se la suda.
Quedo con Estela. Lo de siempre; reproches y disculpas..Debería dejarla. Pero no puedo.

Microrrelatos; Días sombríos

Los zapatos vacíos
De pies que los llenen
Camas desnudas
De cuerpos calientes

La cocina lúgubre
Platos tirados
Whisky barato
Pan caducado

El salón sombrío
Persianas echadas
Telarañas que ocultan
Historias pasadas

La mecedora chirría
vaivén desquiciado
La monta un viejo
A un rifle pegado

La carta en el suelo
Deshaucio inminente
Anuncia su banco
Qué vienen el viernes

El timbre brama
Entran dos hienas
corbatas y mentiras
Quieren aclarar el tema
Dos disparos
Y tema aclarado

El viejo se levanta
A echar un trago
Besa su suelo
Besa a su difunta Clara
Besa su rifle
Y se funde en la nada

Microrrelatos: Sangre fácil

Los zapatos vacíos. Me llaman la atención más que los muebles tirados e incluso que la sangre. Unos zapatos rojos de tacón. Igualitos que los de mi Jenny. En ellos encuentro un estilete ensangrentado. Sigo el rastro de sangre por ese pasillo interminable . Descubro una oreja cercenada. Puto psicópata. Quiere jugar. De pronto, algo espeluznante cruza por mi cabeza. Entro en el salón de un portazo. Ahí está Jenny atada a una silla, degollada. Ciego de rabia vacío al aire el cargador de mi Glock.
De las cortinas cae Eddy con un tiro en la cabeza. Mierda. Debí haberlo matado aquella vez.

Microrrelatos: Ilusiones

Los zapatos vacíos bajo la palmera. El mismo ritual de los últimos 70 años. Dejar ilusionado los zapatos en nochebuena y la decepción al encontrarlos vacíos. Tras estrellarse el avión, son 70 años solo en un miinúsculo islote del Pacífico. Cualquier pequeña ilusión adquiere un carácter mágico.
John siente que hoy será diferente. Se acerca al árbol y descubre atónito a su osito Moe, su peluche de la infancia. No está soñando, lo coge, lo estruja entre lágrimas. Mira al mar y contempla el puerto de Liverpool, donde se crió. Solo entonces descubre que nunca más volverá a despertarse en su isla desierta.

Microrrelatos: un ser de luz

Le obligaron a sentarse en el sofá, junto a sus zapatos, sus vestidos, sus fotos.
Todo ello formaba un espeluznante altar en torno al hombre atado y amordazado.
Fue cosa de Lucía, espiritual, pura. Cree en las almas. Practica psicoterapia espiritual.
Así que cuando bajaron a casa de Conchi la vecina tras oír sus desgarradores gritos, ella tomó el mando. Roberto, asiendo aún el cuchillo ensangrentado estaba sonado y no opuso resistencia. No llamaron a la policía. Lucía luchó por salvar su alma. Lloró, le exorcizó, limpió sus chacras. Pero nada funcionó. Comedme el nabo- fue su único comentario.
Decidió entonces convertirle en un ser de luz. El queroseno ayudó bastante.

Microrrelatos: regañinas

Le obligaron a sentarse en el sofá junto a sus zapatos. Iker, a sus 5 años, ya sabía lo que significaba : regañina.
Como cuando tiró las joyas de mamá por el wáter. Fue bonito ver sus brillos desaparecer por el remolino. Tuvo que aguantar una larga charla cargada de reproches.
Peor fue cuando rompió el jarrón. Papá decía que la abuela estaba en el jarrón. Qué tonto. Solo había ceniza y la abuela estaba en el cielo.
Y ahora nueva regañina gorda por encontrar sus cacas en los zapatos favoritos de papá.
Iker se marea. No debió haberse comido esa cucaracha. Solo encontra el hueco de los zapatos para vomitar abundantemente.

Microrrelatos: Una cena en mil palabras

Cuando llegué estaban poniendo la mesa para cenar. "Una cena en mil palabras" rezaba la invitación . Iba dirigida a los ganadores de Relatos en Cadena. El reto era sencillo; mil palabras era el capital que tenías para toda la cena. Si te pasabas eras expulsado.
Era la ocasión perfecta para hacer pública mi relación con Luisa, redactora del programa.
La conversación fluía animadamente pero los invitados medíamos al milímetro nuestras palabras. Pero corria el vino y las lenguas se iban soltando. La mía especialmente.
A los postres levanté mi copa.
– Tengo algo importante que deciros.
Antes de finalizar la frase dos seguratas me arrojaron violentamente a la calle.

Microrrelatos: Bendita navidad

Cuando llegué, estaban poniendo la mesa para cenar.
Todos volaron hacia la puerta para recibirme. Mi madre me recriminó amargamente mis escasas visitas. Mi abuela llenó mis mejillas de besos de abuela. Mi sobrino Mikel me retó al futbolín.
Me encanta la Navidad.
Les hablé de mi nuevo trabajo y de Rebeca.
A cambio escuché con infinita paciencia las alertas alimentarias de Antonio, mi cuñado,
A los postres eché un cognac con mi padre, que se explayó sobre política, informado puntualmente por el teletexto.
Me quedé dormido en el sofá.

Microrrelatos: Plato principal

Cuando llegué estaban poniendo la mesa para cenar. Aurora me recibió con mucho cariño. Me ofreció una generosa copa de oporto. El ambiente era bullicioso. Al fondo de la sala tres gatos siameses discutían acaloradamente sobre política. Aurora, mi anfitriona canina, me llevó a la cocina a presentarme a Julio, su famoso tejón cocinero, que se afanaba en un relleno. Un enorme horno de leña lucía ardiente y vacío. Le pregunté por el menú. Sonrió y me dijo que no debería ser tan pavo.
Aturdido por el oporto no entendí el chiste.
Me arregle las plumas y metí el pico en la copa para dar un último sorbo.

Microrrelatos: Bromas del pasado

Le confesé a mi padre lo que había hecho. Sonrío con una mezcla de orgullo paterno y complicidad viril.
– Bueno así que ya lo has hecho, campeón.
Se le endureció el gesto.
-¿ habrás utilizado….?
-Siiii, los preserva…. Vamos, que sí.
– Ese es mi chico.
– Y qué tal?
_Papaaa, no te pienso dar detalles!
– Vaaaaale, espero que Silvia esté satisfecha.
– Ya no estoy con Silvia. Fue con Alba.
La cara de mi padre se tiñó de un blanco gélido.
– ¿Su madre no se llamará Estefania?
– Sí, ¿la conoces?
– Sí. Cuando me dejó hace 25 años se le notaba ya el embarazo
Nos quedamos mirándonos. Ninguno dijo nada más.

Microrrelatos: Catarsis

Le confesé a mi padre lo que había hecho.No pude contenerme. Nunca le había confesado nada. Voluntariamente. Después de las palizas sí acababa confesando incluso cosas que no hice.
Pero al final me armé de valor. Me planté delante suyo. Y lo solté todo.
Lo de la broma del cura. Lo de la prima Juani, ;sí papá, yo la desvirgué. El del laxante en el café del tío Ruper. Maldito maltratador. El que te robó los 5000 €. Se los di a mamá para que se fugara.
Me quedé a gusto.
Y ahora ahí estás, impertérrito. La gruesa madera del féretro amortigua las injurias que me estarás lanzando.

Microrrelatos: He sido yo

Le confesé a mi padre lo que había hecho. Me armé de valor y decidí coger el toro por los cuernos.
Le expliqué los motivos que me empujaron a hacerlo. Le dije que no fue adrede, que no viera en ello un acto de rebelión. Le hablé de mis pesadillas desde que los hombres de negro se llevaron al tío Angus. De mi ansiedad desde que mamá se fue. Incluso de mis problemas gástricos.
De alguna forma necesitaba confesarlo y aceptar el castigo.
A nadie le va a gustar encontrarse mis heces a la entrada del comedor.
Mi padre me dedicó una lánguida mirada bovina. Y siguió pastando.

Mircrorrelatos: Placeres leguminosos

Se me acumulan los garbanzos en el plato.
Sin duda, ésta es la peor de las novias de papá. Incluso prefería a Alba, la hippie que nos limpiaba los chakras o a Marcela, la motera, que nos llevó a un concierto de Metallica.
Pero Tamara es odiosa, con su rollo sobre la alimentación sana.
Tras finalizar su loa sobre las virtudes de las leguminosas advierte que me ha puesto una ración como para un camionero polaco y me quita unas pocas.
Creo que ya toca que le enseñe el cobertizo de papá, donde guarda sus juguetitos.
De ahí sale corriendo. Como las otras. Eso espero.

Microrrelatos: Cuenco maldito

Se me acumulan los garbanzos en el cuenco de los desagravios. Eso fue idea de Laura. A cada cosa molesta del otro, añadías un garbanzo al cuenco. Si se desbordaba, nos divorciábamos. Sólo un mes. Laura es tajante para estas cosas.
Al principio me lo tomé a cachondeo. Los garbancitos se fueron amontonando en el cuenco maldito. Hasta que sólo faltó uno para desbordarlo.
De golpe me di cuenta que amaba a Laura, que no quería perderla.
Cambié radicalmente. He sido un santo esta semana.
Día 30. Faltan 10 minutos. Suena mi móvil. Edurne, mi ex. Laura lo ve. Tiene un garbanzo entre los dedos.

Microrrelatos: Todo en orden

Se me acumulan los garbanzos en la despensa. Largas hileras de botes perfectamente alineados, separados exactamente 20 cm entre ellos. Soy muy sistemática.
No me gusta el desorden. Me aficioné a coleccionarlos durante la enfermedad de mamá. Se alimentaba únicamente de garbanzos. Yo la cuidaba, la bañaba y le preparaba sus garbanzos. La tía Rosita siempre me criticaba. Me llamaba loca y maniática. Ella sollo quería heredar.
Un día, para gastarme una broma, me cambió de orden todos los botes. Qué graciosa.
Coloco en la despensa un nuevo bote de garbanzos. Exactamente a 20 cm del que contiene la cabeza en formol de tía Rosita.

Microrrelatos: prime time

– Sufriendo lo indecible por amor
– ¿Así se llama? , ¿me traes un culebrón?
-sí, va a se un pelotazo!
.-Pero vamos a ver, alma cándida, te pedí una serie para el prime time de los miércoles, para pelear con Masterchef y Got Talent.
– Escuche, no es lo que parece; será una serie moderna. La protagonista lleva rastas y tatuajes, es vegana y desayuna quinoa. Está enamorada de Richard, un activista negro de Greenpeace que está en el Artico salvando ballenas.
….. Dios qué desastre… Y lo peor es que hay que hacer este bodrio ; es el sobrino del propietario de la cadena. De ésta me prejubilan….

Microrrelatos: Y punto

Sufriendo lo indecible por amor, navegaba desesperado a través del texto
Se conocieron al inicio del relato. Fue una sola palabra: "Tiquismiquis" . Esa única palabra, eléctrica y poderosa, provocó el flechazo entre el punto y la i . Ambos quedaron hechizados y se juraron amor léxico.
El escritor, conscientemente o no, continuó ese idilio: "Pitiminí" "sirimiri" "dividí" fueron trufando el relato.
Pero, súbitamente, cambió de rumbo y las íes desaparecieron del relato.
El punto sólo finalizaba frases y culminaba jotas o diéresis.
El relato iba concluyendo y el punto se desesperaba. Sólo con la última palabra logró fundirse una última vez con su letra amada: "Fin"

Microrrelatos: Salvaje

Sufriendo lo indecible por amor, leí tu carta. Excusas manidas.y frases estereotipadas. Aliñadas con esa truculenta historia de tu romance con mi amiga Edurne.
Tras el golpe, decidí dejarlo todo. Golpeé a mi jefe, qué gusto.
Vendí mi cuchitril.
Me fui a la montaña. Me fui abandonando. Vivo en esa cabaña. Cazo conejos. Visto pieles. Huelo fatal.
Y ahora apareces aquí, diciendo que lo sientes, que Edurne es una capulla.
Pero, cariño, ahora soy una salvaje.
Ahora cuando te digo que te lo voy a comer todo es literal. Por cierto, mucho gimnasio pero tus carnes están más bien blanditas. Incluso asadas.