Ahora ya vestido, salí a fumarme un porro. Lucía vino conmigo. Se veía radiante. Le sentó bien la orgía de ayer.
No se veía un alma.
– ¿Crees que sobreviviremos?.
– No sé. Si no nos encuentra nadie puede que sí.
Me quitó el porro y me dio un morreo.
– Somos libres, verdad? ya no hay normas. Me gusta.
Desde que el coronavirus se extendió por el mundo todo se había desplomado. Pocos habiamos sobrevivido.
Algunos nos habíamos recluido en este recóndito refugio.
Algunos nos habíamos recluido en este recóndito refugio.
Un todoterreno aparecio súbitamente El conductor pedía ayuda a gritos. Al copiloto se le veía tosiendo, gravemente enfermo. Lucia empuñó la escopeta.
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