martes, 19 de noviembre de 2019

Microrrelatos: la bestia y el loco


Antes de ver lo que Arturito, el repetidor, llevaba en su caja de compases, decidimos actuar.

Y ahí estaba ahora, desangrándose en la carretera junto a su moto. Un litro de aceite en la curva habia sido suficiente.

– Igual nos hemos pasado – aventuré.

– Qué se joda.- Ander "el loco" se desternillaba.

Arturito "La bestia" había sido nuestra pesadilla este curso. Sus palizas y robos fueron consideradas "cosas de chicos" para el rector, que nos obligó a darnos la mano con él.

Arturito prometió venganza y nos dijo que lo que tenía en aquella caja nos arruinaría la vida.

– Bueno ¿Qué hacemos?

– Vamos a abrir la caja, cogésela.

Abrimos la caja y nos quedamos estupefactos. .

Microrrelatos: Cálculos

Antes de ver lo que Arturito, el repetidor, llevaba en su caja de compases, todos imaginaron cualquier barrabasada.

-Aquí está!!! Enseñó orgulloso una piedrecilla de aspecto lúgubre.

– Después de un mes en el hospital ¿¿nos enseñas una piedra??

– Es un cálculo, imbécil!! Y me lo han sacado de la ingle.

– Mentira.

Arturo se bajó los pantalones y dejo ver una cicatriz enorme bordeando el calzoncillo. Sandrita se ruborizo al ver los pelillos púbicos que asomaban.

– Jodeeeeeer.

Arturo disfrutaba de la mezcla de admiración y asco.

-Un mes sin clase. Y lo que me queda.

– ¿Hay más?

– Sí. Cinco en la otra ingle. Y otra en la cabeza. Esa sí que va a molar.

Microrrelatos: Dedo acusador


Antes de ver lo que Arturito, el repetidor, llevaba en su caja de compases todos estábamos expectantes.

-Vais a flipar.

De la caja sacó con pinzas un dedo ensangrentado y cercenado.

Silencio gélido. Caras boquiabiertas.

– ¿¿Dónde lo has encontrado?? Hay que avisar a los profes! O a la policía!.

– Calma. Nadie va a avisar a nadie. Esto estaba enterrado en el claustro.

Silencio de nuevo. El claustro estaba totalmente prohibido a los alumnos.

– ¿Y qué vas a hacer?

– Yo qué sé, enterrarlo otra vez.

Solo yo reconocí ese dedo. Era de Rosita, la asistente y amante del rector. Yo también me acostaba con ella. Pero mejor callar, que ya sé cómo acaban estas cosas.