Empezó a llorar Dios. Del cielo cayeron descomunales ríos de lágrimas. Muchos murieron ahogados. Al fin, cesó. Los subditos salieron a implorar a Dios.
Este les ignoró y vertió sobre su pueblo un río de lava espesa que arrasó las casas y las vidas de otros tantos. Los supervivientes, desesperados, pedían clemencia. Pero Dios no se apiadó. Un fuerte terremoto derribó las paredes . Los pocos supervivientes, se escondieron esta vez en lo mas profundo de la tierra.
Después de haberlas meado, vomitado y sacudido, Mikel se canso de fastidiar a esas estúpidas hormigas del terrario y se puso a jugar con los cubos.
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