Cuando llegué, estaban poniendo la mesa para cenar.
Todos volaron hacia la puerta para recibirme. Mi madre me recriminó amargamente mis escasas visitas. Mi abuela llenó mis mejillas de besos de abuela. Mi sobrino Mikel me retó al futbolín.
Me encanta la Navidad.
Les hablé de mi nuevo trabajo y de Rebeca.
A cambio escuché con infinita paciencia las alertas alimentarias de Antonio, mi cuñado,
A los postres eché un cognac con mi padre, que se explayó sobre política, informado puntualmente por el teletexto.
Me quedé dormido en el sofá.
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