Le confesé a mi padre lo que había hecho. Sonrío con una mezcla de orgullo paterno y complicidad viril.
– Bueno así que ya lo has hecho, campeón.
Se le endureció el gesto.
-¿ habrás utilizado….?
-Siiii, los preserva…. Vamos, que sí.
– Ese es mi chico.
– Y qué tal?
_Papaaa, no te pienso dar detalles!
– Vaaaaale, espero que Silvia esté satisfecha.
– Ya no estoy con Silvia. Fue con Alba.
La cara de mi padre se tiñó de un blanco gélido.
– ¿Su madre no se llamará Estefania?
– Sí, ¿la conoces?
– Sí. Cuando me dejó hace 25 años se le notaba ya el embarazo
Nos quedamos mirándonos. Ninguno dijo nada más.
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