viernes, 15 de febrero de 2008

Telebasura


A ver si me entero. Que tiempo ha que mis neuronas se evaporan como los charcos en verano y me cuesta hilar ideas que para el resto de la humanidad son evidentes.
Resulta que hay unos programas donde los concursantes, pues son concursos todos ellos, viven situaciones reales en diferentes formatos. Pueden ser convivencia agorafóbica sin más como “gran hermano”. O situaciones más forzadas como “supervivientes”. O incluso otros formatos más surrealistas (el mítico “confianza ciega” se lleva la palma). Telerrealidad los llaman. Pero todos ellos son telebasura. Por qué? Porque juegan con las emociones falsas de la gente y todos los participantes son una panda de facinerosos ávidos de amasar fortunas a costa de vender madres a euro si hiciera falta. Y esa indignidad manifiesta se contagia a sus televidentes que son legión pero que, en muchas ocasiones, no reconocen abiertamente que los ven y devoran sino que deben de tener un mando en lugar de mano ya que sólo “lo zapean de vez en cuando”.

En cambio, hay otras series que constituyen “las series de calidad”. Son series de grandes presupuestos, con generosas hechuras técnicas, y que describen normalmente la supuesta vida diaria de determinados gremios: sobre todo, policías, en sus mil variantes y médicos. Estas series no son telebasura. Son buenas series. Y claro está, uno puede reconocerse abiertamente como suscriptor de dicha serie. Es algo así, no?

O sea, si sale gente real, de la calle (cierto es que cuando salen famosos se jode), sin guión, es telebasura. Y cuando aparecen unas series con personajes imposibles y esputando por la boca guiones totalmente increíbles, eso es una buena serie.

Si tú preguntas a alguien por la calle qué ve de la tele, probablemente dirá que ve: “informativos, documentales y alguna peli”. Miente como un cosaco. Lo que ve realmente es “el tomate, gran hermano y los simpson”. Pero eso no queda bien.

Pero vamos a ver una de esas “series de calidad”.

CSI: La de Miami. Es impresionante. Casi esperpéntico. Salen unos pavos, modelos casi todos, trajeados de armani con sus rayban. Llegan a la escena del crimen. El Jefe, una mezcla de Toni Manero y Vito Corleone, con un tono chulesco-irritante, acaba su diagnóstico del crimen con alguna frase lapidaria tipo “no digas nada, las pruebas hablarán por ti”. Luego van a su laboratorio de la Nasa y resuelven milagrosamente el caso en dos días. Mientras, sus conversaciones son tan didácticas que no hay quien se trague que alguien hable así con sus compañeros de trabajo.

-hola Jack, qué haces? –estoy haciendo un espectro de masa, John, lo ves? Mira cuando la raya se pone de color rojo, significa que…
Nadie habla así en el mundo real. Es como si dos fontaneros trabajan en una obra y le dice uno al otro.
-Qué tal, patxi? –Bien, estoy haciendo un empalme de tuberías. Mira, se coge una tubería y……
Pues no, la conversación sería:
-Qué pasa, tío?? Aquí, con la mierda esta de las tuberías, además las almorranas me están jodiendo y mi mujer me quiere echar de casa”.

En definitiva, es una serie que no hay por dónde cogerla, falsamente educativa, con personajes inverosímiles y con diálogos más falsos que un billete de 3 euros. Y eso es la televisión de calidad. Hay que joderse.

En cambio, cuando sale gente de verdad, que habla como la gente de verdad, y que actúa como gente de verdad, eso es telebasura. Por ejemplo, como en Gran Hermano. Cierto es que los castings fuerzan el perfil de los concursantes en aras de la audiencia. Pero no dejan de ser personas de verdad. Y el que crea que están actuando 24 horas al día, es que nunca ha estado actuando ni 2 horas seguidas. Es agotador. Como para mantener un personaje durante un mes.

El resto del mundo no sé, pero lo que es a mí me gusta ver gente de verdad. Que hablan y actúan como tú o como yo. Que tienen granos en el culo en lugar de rayban en los ojos. Que dicen “cállate, joder” en lugar de soltar un comentario gracioso o ingenioso en la boca. Por eso, me confieso. Igual es por deformación profesional, porque me dieron el título de psicología al entregar 30 etiquetas de “San Miguel”. Pero lo cierto es que me gusta “Gran Hermano”, “Supervivientes” (sin famosos) y “Terapia de pareja”. No me pierdo capítulo. Y a esas grandes series recauchutadas de policías y médicos les pueden dar por el culo (no soy guionista y no se me ocurre ningún sitio gracioso o ingenioso donde enviarlas).

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