lunes, 6 de agosto de 2018

La ruta

Un silbido vuela por los aires. Rafa cree que es el viento, pero al girar descubre al señor Anselmo con un machete en la mano y con la cara desencajada. Consigue esquivarle por muy poco. El filo del machete queda a escasos centímetros de su cabeza y él continua sin inmutarse su recorrido en bici.

 El señor Anselmo vuelve a su mesa para continuar con el croissant que ha dejando a medio morder para coger el machete. Rafa no parece estar muy sorprendido. Hace 5 días habría entrado en estado de pánico.

 Pero 5 días es mucho tiempo...

HACE 5 DIAS

El cielo amanece de un extraño color rojizo en esta mañana de agosto en Santa Pola.

Ese maldito rayo de sol se vuelve a colar por la ventana como un despertador. Rafa mira el reloj. No falla. 6,57 h. Como todos los días. Emite sordos refunfuños y se va levantando como un zombie.

 A su lado, Sara sigue durmiendo como un tronco, inmune a la luz que entra por la ventana y que invade ya la habitación del apartamento veraniego. Él, en cambio, sólo se puede dormir envuelto en oscuridad total. Cualquier rastro de luz por leve que sea, le hace abrir los ojos como un resorte.

 Se acuerda, como todos los días, de las madre del  persianero que a última hora, le dijo que no podía ir a ponerle las persianas por no sé qué rollo familiar.

A esas horas maldice igualmente el libro de autoayuda que le regalaron en su cumpleaños.

" Convierte los problemas en oportunidades" decía el libro.

Le pareció una idea fabulosa convertir ese obligado insomnio mañanero en una ocasión para desempolvar la bici.
A las 7 de la mañana le parece una decisión horrorosa.

Echa un último vistazo a Sara y tuerce el gesto. Su cuerpo semidesnudo entre las sábanas ya sólo le despierta cierta desazón.

 Las cosas no van bien últimamente y se adivina el final tras 20 años de convivencia.

 La última y definitiva notificación de la clínica de fertilidad ha caído como una losa sobre los escombros de una relación ya agonizante. La frustración, tras agotar todos los medios posibles de gestación, les ha dejado exhaustos. Este verano se antoja como el último de sus meses playeros en Santa Pola.

Se ajusta el culote y el casco y sale cerrando la puerta sin hacer el más mínimo ruido.

Tras bajar los dos pisos coge la cabra del rellano de la entrada. La antigua bici se quedó con ese nombre tras un descenso suicida en las rampas del Adi en uno de esos años en el que todos los fines de semana salía con Sara a entrenar.

A las 7:10 hasta en Santa Pola en agosto se nota el fresco mañanero en la cara.
Monta rápido y comienza a pedalear.

Siempre el mismo recorrido;  siempre a la misma hora desde que empezaron las vacaciones de verano allá por Julio. Ser profesor de secundaria te asegura una gastritis y muchas vacaciones.

Al de dos manzanas se encuentra con Esther en el Océano, el bar de tapas que frecuentan.

Le saluda mientras sigue preparando el bar para los desayunos. Tiene 40 años y un rostro muy marcado, cincelado tras más de 20 años atendiendo sola a los clientes, sobre todo jubilados impertinentes que opinan que una caña da derecho a un sinfín de servicios y a un trato amable y sonriente.

A pesar de eso, Esther conservar un físico bastante agradable de ver. Al menos eso opina Rafa. Es su oscuro objeto de deseo. No puede evitar ponerse nervioso en las escasas conversaciones banales que mantienen.

- Qué? a correr otra vez? No perdona usted ni un día.
Le pone muy nervioso que le trate de usted.
- bueno es lo que toca. -Dice por decir algo
- pues hala, ya puede acelerar ,que hoy va a pegar fuerte.
-ehh, si, si, seguro que si,..

Se maldice a  mismo por su falta de locuacidad y continua su ruta con una leve pero visible erección en su culote.

Gira a la izquierda y emboca en la calle Jacinto Benavente que le dirige directo al paseo de la playa.
Pasa junto a Carmencita, famoso bar panadería del barrio. Tres o cuatro jubilados de gesto ansioso se afanan por consumir en la terraza  sus croissants a precio de saldo.

Y como siempre, en la terraza, el señor Anselmo, a sus 92 años hierático y con la mirada perdida en dirección al mar. Con un croissant congelado en su mano que nunca termina de entrar en su boca. La reciente pérdida de la Olga le ha sumergido en otro mundo.
Siempre le sorprende en la misma posición, que seguramente no varía mucho a lo largo del día.

Continúa la marcha y llega al paseo de la playa. Allí toma el carril bici que bordea el paseo. El sol asoma entre las palmeras y calienta levemente al escaso grupo de jubilados, runners y paseantes de perros que deambulan a esa hora somnolientos.

Cómo es costumbre se cruza con Ingrid, una suiza de buen ver que pasa como un rayo a su lado sin dedicarle una mirada, concentrada en la carretera.

Klaus se dirige furioso hacia él. Es un pastor alemán de considerables dimensiones y hay algo en la cabra que le saca de sus casillas. Los gritos de Germán el dueño le frenan y se da la vuelta sin dejar de mostrar los dientes.

Sigue avanzando por el carril bici y se topa de bruces con Dani que sale de una bocacalle. Dani tiene un problema evidente de sobrepeso y otro igualmente evidente de verborrea.

-Rafaaa qué tal??? Oye quería preguntarte, mira que Iker llega tarde todos los días y sus ropas huelen a.... Bueno no sé, a droga o lo que sea.... Y no sé cómo hablarlo con él. Tú cómo estás acostumbrado a tratar con chavales igual me puedes decir.... No sé... Qué decirle, ya sabes como son los chicos...

Rafa piensa que tomar drogas es lo mínimo que se puede hacer con un padre como ese pero solo atina a decir.

- No sé, afróntalo, habla directamente con él, sin tapujos, de verdad, los chavales agradecen que vayas de frente.

 Ante la mirada escéptica de Dani Rafa acelera.

- Ya hablaremos que tengo que bajar de 40 minutos como sea-

Dani se va convirtiendo en un punto cada vez más pequeño a sus espaldas.

El carril bici del paseo se acaba y conecta con otro paralelo a la carretera del Puerto.
A mano derecha los chiringuitos de la playa duermen antes del bullicio que soportarán horas más tarde.

Solo está abierta la churrería de Andrés, que sorprendentemente tiene cola a esas horas. Sobre todo jubilados madrileños que no renuncian a su desayuno de porras.

Andrés, con su estilo dicharachero, atiende con gracia a su parroquia.

- Rafa !cabrón! tarde andas no?

Su acento delata su procedencia del norte profundo, de Usúrbil concretamente. Un verano conoció a una camarera santapolense y lleva ya 22 años vendiendo churros en la localidad, dónde es toda una institución.

- Tienes el local a tope todos los días! ? Los vendes gratis o qué?

- Joder! a la gente le gustan los churros. Cada vez más se dejan ya de esas chorradas de cruasanes y bollos y mierdas industriales de esas.
Rafa no dice nada. Prefiere los cruasanes.

 -  luego a pescar, no?.

Andrés es una apasionado de la pesca.

- claro tampoco es cuestión de que le  lleve churros para comer a la Mary, no?.- Se descojona de su propio chiste.

- hala! continúo pedaleando.-

- mueve el culo  que ya te vale, cabrón. Y se vuelve a descojonar mientras le sirve a una señora peripuesta dos porras y media docena de churros.

Termina el carril bici y entra en un tramo de carretera. A esas horas apenas hay coches aunque los que vienen suelen venir a gran velocidad . Esquiva una furgoneta de reparto y un Golf y entra en la zona del Puerto.

Enfila la explanada donde están amarradas las barcazas de recreo que van a la isla de Tabarca. Allí todas entablan una feroz competencia de precios y servicios para atraer a los turistas, anunciándolo en groseros carteles de grandes dimensiones. La que no tiene suelo panorámico ofrece un refrigerio durante el viaje.

Pasa junto a la zona de las embarcaciones recreativas;  yates y veleros pelean por el mástil más alto o el aspecto más lujoso aunque a esas horas de la mañana parece más bien un cementerio marino en el que las gaviotas se posan sin reparar en el nivel de la embarcación.

En el último tramo está el Puerto Viejo. Rafa acelera; es el final del trayecto. Mira el reloj, 44 minutos, 28 segundos. No está mal pero lejos de su mejor tiempo. Lejos de lo que habría hecho antaño.

En el puerto, algunos pescadores van accediendo a las grandes pesqueros que salen a alta mar mientras otros se afanan en preparar los aparejos de las pequeñas embarcaciones con las que salen por la costa. Y al final de la zona transitable en bici, justo en el límite del espigón, está como siempre Doña Adela, remendando una redes de no se sabe qué embarcación.

Rafa siempre para a charlar brevemente con ella antes de iniciar la vuelta a casa.

Doña Adela, así le llama todo el mundo, tiene una edad indefinida;  seguro que más de 80 o incluso de 90 años. La cara surcada de profundas arrugas y la tez morena y seca cincelada por el sol y el viento. Pero no muestra ningún síntoma de deterioro físico alguno; por  el contrario, transmite una sensación de energía y paz en su interior.

Viste de negro aunque no es viuda;  al menos que se sepa.

Rafa para la bici y echa un trago de agua junto a ella.
- hola Rafael le dice sin levantar los ojos. Nunca le mira a los ojos. Es la única persona que le llama Rafael.
- hola doña Adela, bonito día no?
- no, no lo es Rafael, - dice sin dejar de zurcir.
Ah, no? La pregunta queda en el aire y solo se oye el sonido de la aguja zurciendo las redes.

- lamento lo de... Lo del niño....

Pero como? No termina la pregunta punto la mira estupefacto. La carta llegó ayer y nadie lo sabe aún . Doña Adela sigue centrada en sus redes y cambia de tema súbitamente.

- ¿Ves esas gaviotas en el espigón? Pregunta de repente.

Rafa está desconcertado.

- Sí, ¿qué les pasa?

- No deberían estar allí.

Rafa no ve nada raro. - Por qué?

- No deberían estar ahí, no es bueno.

- Hoy está muy rara, doña Adela.

Vuelve a montar en la bici y hace el camino de regreso. Esta vez por la carretera que es más corto.

Pasa por Carmencita y compra pan y croissants. Sube las escaleras y el olor a café le indica que se Sara ya está levantada. Tiene mala cara. Le da un gélido beso y comenta con desgana.

- Otra vez croissants?

Desayunan en la terraza envueltos en una conversación intrascendente y desganada.

Comienzan el ritual de un día de vacaciones; playa piscina siesta terraza.... Cosas que hacen feliz  a la gente normal en eso que llaman  vacaciones.

DÍA 2

A las 6:57 rafa se levanta como un resorte emite su habitual refunfuña indescifrable a modo de mantra diaria y se va poniendo la ropa de ciclista que, tras un mes de vacaciones, empieza a quedarle un poco justa.

Empieza a pedalear calle abajo hasta que se encuentra con Esther, que está preparando las tazas del desayuno.

-Qué pasa, Rafa? A pedalear un poco?

Hoy parece especialmente contenta; Además le tutea primera vez.

- Pues ya ves lo de siempre, una horita para estar en forma. Se arrepiente enseguida de haberlo dicho, pues no aparenta estar muy en forma.

- Venga, a darle duro, a la vuelta te invito a unos torreznos. Y le guiña un ojo.

Rafa se aleja sorprendido y encantado con con esa nueva familiaridad que tiene con la mesonera. Con una sonrisa en la cara y el culote más prieto que antes dobla hacia Jacinto Benavente en dirección a la playa.

Pasa junto a Carmencita, pero hoy la panadería se encuentra casi vacía. es la primera vez que la ve así. Tan solo está fuera el señor Anselmo fumandose un puro. No sabía que fumara. Levanta la vista y hace un ademán de saludarle e incluso de sonreír. Es la primera vez que entabla contacto con él. Llega al carril de la playa.

Klaus se le acerca con gesto amistoso ;comparte unos metros de su ruta meneando la cola.
-Vaya  parece que hay días que te levantas con el pie derecho, piensa Rafa.

Se topa con Ingrid en su carrera. Esta vez se vuelve y le guiña un ojo.

Al final del paseo Dani parece estar esperándole.
- Oye vecino, tenías razón, estuve hablando con Iker y tuvimos una conversación muy intensa padre hijo - dice con orgullo. - Creo que he conectado muy bien con él. Gracias por el consejo!

Sale del paseo por la carretera del Puerto a buen ritmo.

- Indurain! cabrón! hoy se te ve con ganas, eh figura.

- Oye, igual mañana te apetece venir a pescar meros; he encontrado un sitio cojonudo.

- Venga Andrés, cuenta con ello!

Continúa por la explanada del puerto. Las barcazas de Tabarca parece hoy especialmente coloridas y sus carteles especialmente chillones.

Pasa junto a los veleros apretando el ritmo.

 llega a la zona del Puerto Viejo sudando y jadeante. Algunos pescadores le saludan con la mano mientras siguen con sus quehaceres.

Y llega al final del puerto casi al sprint. 43, 57". Toma, record del recorrido. Saca el bidón de agua y se sienta triunfante junto a la señora Adela.

- pues hemos hecho record, dice con orgullo indisimulado.

- enhorabuena-, murmura la anciana sin mucho entusiasmo.

- hay días donde todo te sale bien y presiento que este es uno de esos.

- las gaviotas.

-Que?
- mira las gaviotas. Hay más.
- rafa levanta la vista y ve 5 hermosos ejemplares posados en el espigón.
- Señora Adela solo son gaviotas.
- ya, ya,....pero no es buena señal.
- ayyy, manías que tiene usted a esos bichos, a mí hoy todos los bichos me parecen estupendos.
- venga me vuelvo a casa, que me estarán esperando.
- disfruta del día,, ah y saludos a Carmen, está muy guapa últimamente.

Rafa se pone rojo. La conoce??. Pero no dice nada y monta en la bici camino a casa.

Sube las escaleras de casa con el pan y unas mini ensaimadas. Sara le recibe en ropa interior. Se le ve exultante.

- Cariño hay que intentar arreglar esto- le dice mientras le arranca literalmente la ropa. Por primera vez en los últimos tres meses tienen sexo.
Definitivamente va a ser un buen día.

DÍA 3

A las 6:57, Rafa se levanta menos gruñón que otros días. Se  calza el culote y el maillot rojo y baja las escaleras silbando la banda sonora de la película que vio ayer con su mujer.

Sale por la derecha y enfila la calle principal, en dirección al Océano. Para su sorpresa no está Esther preparando el bar sino un joven sudamericano afanado en doblar correctamente las servilletas. Es la primera vez que no la ve en el bar. Se plantea si preguntarle a ver si le ha pasado algo pero al final decide que no tiene tanta confianza.

Contrariado continúa su marcha y gira hacia la izquierda por Jacinto Benavente.

 Carmencita ha recuperado su bullicio habitual y una larga fila de clientes espera ordenadamente su turno en el mostrador. Sin embargo ninguno de ellos parece tener más de 20 a 22 años. Nunca había visto a nadie de esa edad en el local a esas horas.

No se ve a ningún jubilado en el local. Únicamente el señor Anselmo sentado en su mesa de siempre de la terraza y con su típica expresión perdida hacia el mar. Sin embargo, esta vez, en lugar del croissant habitual lo que tiene en la mano es un... Rafa enfoca los ojos para asegurarse y se queda estupefacto, es un juguete sexual de esos que utilizaba en otros tiempos con Sara:  un consolador!

Sin recuperarse aún del todo continúa la marcha hacia el paseo de la playa.

El primero en recibirlo es Klaus, que se abalanza sobre él como es habitual antes de que Germán tire con fuerza de la correa. Sin embargo, al volverse hacia él descubre ojoplático que lo que lleva Germán atado de la correa no es un perro sino un gato de grandes dimensiones, el más grande que recuerda haber visto.
-Ya puedes perdonar, Rafa, está muy raro últimamente. -Y se aleja reprendiendo con fuerza al animal.

Rafa está confuso y se plantea volver a casa. Pero por algún motivo decide continuar su ruta.

Dani le sale al paso. Está fumando un porro y tiene una expresión feliz y bobalicona.
-Oye Rafa, que ayer no tuve tiempo de contarte;  la conversación con Iker fue muy instructiva, y de hecho me convenció para ver que las drogas no son tan malas como pensaba, tienen un montón de efectos positivos que ni sospechaba.

Saca orgulloso del Bolsillo una bolsita con un polvo blanco que Rafa no se molesta en preguntar qué es.

- Tú ya lo sabías eh, perro. Por eso me dijiste que hablara con él, le dice con una complicidad que no existe.

Al no saber que contestar simplemente acelera sin mirar atrás;

Hoy parece que el mundo se ha vuelto loco de golpe. dice para sí mismo.

Acelera mientras enfila la carretera del Puerto. La churrería de Andrés está llena y Andrés se afana en atender a sus clientes. Hoy no repara en su llegada. Al pasar junto a la churrería repara en un cartel grande expuesto en el frontal.
Hoy, gran oferta,! 2*1 en  croissant!
Andrés vendiendo croissants??? Los odia, no los puede ni ver.!!

Pasa por la Explanada de las barcazas.
Las dos primeras ofrecen hoy como gran oferta un viaje a Madeira con refrigerio incluido. Tiene que leerlo dos veces. Un buen plan.... si no fuera porque Madeira está en el Atlántico...

Rafa se está mareando pero continua a toda prisa en dirección al Puerto Viejo. Unos pescadores están subiendo a puerto las capturas de la mañana. Echa un vistazo. Juraría que lo que hay en esa caja que están subiendo en este preciso momento son.... Truchas arcoiris. Pero a estas alturas ya nada le sorprende demasiado.

Continúa hasta el final del Puerto y para junto a doña Adela que sigue impertérrita  remendando sus redes.
Mira el tiempo 46,48. Bastante malo aunque hoy eso no es importante.
Se quita el casco y echa un trago mientras resopla desconcertado. 52 minutos, un desastre.
- Buenos días Rafael, hoy es un día extraño, verdad?
- Extraño? Un día extraño dice? Es una puta locura de día,!! Doña Adela, ¿Qué sabe usted de esto?
-Mira el espigón, dice sin levantar la mirada de la aguja.
Rafa se gira, un grupo de unas 10  gaviotas descansan ociosa sobre el espigón.
-ahora son 11, dice la anciana.
- Pero qué hacen esas gaviotas,? No me cuente historias.
- No hacen nada, solo es una señal, una mala señal.
- Rafa resopla. No se cree las paranoias de la anciana aunque ya después de lo de hoy no sabe que pensar.
- Mira no sé, no entiendo nada pero mientras no me afecte, yo sigo con mi vida.
- cuídate Rafael,  las cosas no van bien. lo notas? huele raro.
- bueno, que sepa que yo no voy a hacer bici por una temporada, así que no sé si le veré a ud. en un tiempo.

Doña Adela resopla y sentencia

- saldrás otra vez y nos veremos de nuevo.

Rafa monta en la bici y se va deprisa.

La vuelta es tranquila y sin nada raro que destacar. Aparca por fin la bici casa y sube las escaleras.
No huele a café. Entra en casa. Encuentra una nota en la nevera.

"Oye, se me olvidó decirte, tenía reservado para hoy una sesión de parapente con Juli. Luego nos vemos"

 Parapente?? . Es una idea fantástica....si no fuera porque sufre de vértigos y no puede ni asomarse al balcón de un primer piso.

Desorientado se hace un café con los restos que quedaban en la cafetera y cae  en el sofá agotado.
-Menuda mañana-.
Toma la firme determinación de no salir mañana con la bici. Están pasando cosas muy raras.

DIA 4

A las 6:57 tiene los ojos como platos tras darle el sol en la cara. Se plantea firmemente no moverse de la cama pero el cuerpo no le responde. Se levanta y sin que pueda  evitarlo se sorprende a sí mismo viéndose el maiot como todos los días y saliendo con el mismo sigilo de siempre.

Baja las escaleras y se para junto a la bici.  Trata de negarse a montar pero es como si hubiera perdido el control. Se sube a la bici e inicia la ruta resignado.

El día no comienza bien. Se alegra de ver de nuevo a Esther preparando la terraza del bar pero ésta no parece estar de buen humor.

- A  ver si sale usted un poco más tarde joder, que acabo de fregar. Ya me estoy cansando de tanto paseíto en bici junto a mi bar.

Rafa apenas levanta la mano avergonzado en ademán de disculpa y continúa el camino.

Carmencita ha recuperado su clientela jubilada, en gran número además, ya que algunos de ellos llegan incluso a ocupar parte de la calzada. Quizás haya una oferta especial porque se les ve muy agitados. Uno de ellos se gira sin mirar y derriba la bici. Rafa rueda por los suelos y se lleva un golpe considerable en el muslo derecho. El señor Anselmo sale de su marasmo desde su mesa en la terraza y  empieza a reírse en un tono muy intenso y desagradable.

Rafa se vuelve a montar en la bici y piensa en volver. Pero continúa en dirección a la playa. Klaus ha vuelto a su apariencia canina pero lo que no ha perdido es la animadversión por la cabra. Esta vez consigue darle un zarpazo en la pantorrilla antes de que Germán acierte a tensar la correa. Este se disculpa sin mucho interés.

Maltrecho y dolorido continúa y Daniel le sale al paso. Tiene los ojos vidriosos y le mira enfurecido.
- Ya te podías aplicar tus propios consejos, desgraciado!. Me has arruinado la vida - dice sin soltar el porro qué sostiene con mano temblorosa. Se echa a llorar y le escupe.

Rafa acelera el paso antes de recibir más explicaciones.

Andrés tampoco parece estar muy contento hoy. Le sale al paso a la altura de su churrería.
- tú ! desgraciado! no quedamos ayer  para pescar?
2 horas me dejaste tirado esperándote.!! le espeta. No queda nada de su simpatía habitual.

- Jodeeeer perdona se me paso. Es que.....

- Escucha subnormal!  hay dos cosas con las que no juego:  los churros y la pesca.
Su cara de odio parece confirmar estas palabras.

Rafa balbucea alguna excusa y sale disparado hacia la explanada del Puerto.

Las barcazas de recreo parecen haber recuperado sus rutas habituales a Tabarca.
Rafa no repara en el nuevo mostrador que han montado frente a las ventanillas de venta de pasajes.
Vuelve a caer violentamente y esta vez es el hombro izquierdo el que impacta contra el suelo.

Renqueante y desconcertado continúa hacia al puerto viejo. Esta vez es su propio despiste el que le hace chocar contra uno de los marineros que descargan las capturas de arrastre. Los peces caen por el suelo y empiezan a dar coletazos en un baile inútil. El pescador se encara con Rafa pero éste ya no le oye, tiene la mirada perdida. Al notar su expresión desencajada le deja ir y se dedica a recoger los peces caídos. Rafa continúa hasta el fondo del puerto y se desploma sin fuerzas junto a la señora Adela.

Ella continúa zurciendo sus redes sin hacer ningún comentario. Un pescador experto habría dicho que nunca ha visto ese tipo de redes en ningún barco pero él no es ningún pescador experto.

Al fin rompe el silencio y comenta.

- Malos augurios; te lo dije.

Un grupo muy numeroso de gaviotas está posado en el espigón. Algunas se mesan el plumaje con el pico. Otras simplemente miran hacia delante en dirección a él. Como si le miraran.

- Doña Adela,  ¿Qué está pasando? Tiene usted algo que ver? -le desafía levantando la voz.

 La anciana levanta los ojos
- yo solo veo señales, soy una pieza insignificante, esto es.... mucho más grande.

- ¿Ha acabado ya? Pregunta suplicante.

- No ha hecho más que empezar, Rafael.

Rafa hunde la cabeza entre sus brazos.
- ¿Mañana saldré otra vez hacer la ruta verdad?

Doña Adela asiente volviendo otra vez a sus zurcidos.
-¿Qué va a pasar mañana?
Esta vez no contesta y continúa con sus quehaceres.

Una gaviota abre las alas pero sin terminar de alzar el vuelo. Solo como exhibición. Varias la imitan.

Monta en la bici con la expresión vacía y agotada y enfila el camino de vuelta.

Mientras sube las escaleras piensa en la excusa para contarle a Sara acerca de sus rasguños y heridas pero hoy tampoco huele a café.

Entra en casa. Hay otra nota en la nevera.

" Mira Rafa, ya me he cansado de jugar a la parejita feliz de vacaciones. De verdad, esto no nos lleva a ninguna parte por mucho que lo intentemos. Me voy. Ya hablaremos".

No tiene fuerzas para reaccionar. Se sienta en el sofá y se pasa el día viendo programas de la tele que juró no ver nunca.

DÍA 5

A las 6:57 su ojo se abre como un resorte ante el  rayo de sol que le da en la cara.

DESPUÉS

Ingrid llega sudorosa a la parte final del Puerto Viejo. Ha añadido un kilómetro a su ruta mañanera de running y está muy orgullosa.
Allí suele encontrarse una curiosa anciana que remienda unas redes y con la que suele intercambiar unas palabras mientras recupera el aliento.

- Hola señora Adela. Cómo está esta mañana? dice con fuerte acento suizo.
- Bien, hija, aquí en mis labores.

- ¿Ha oído usted lo que le pasó al chico ese, un profesor  que solía hacer bici por el paseo? En el pueblo no se habla de otra cosa. Desde luego no se puede tener tan mala suerte.
Tres extraños accidentes en una sola mañana, además le muerde un perro, y al final acaba ensartado por el arpón del churrero que se volvió loco. Parece salido de una película, no cree?

Doña Adela no comenta nada y continúa a lo suyo.

-la de veces que he pasado yo por esa churrería. En fin, ¿coincidió usted con él alguna vez?

La anciana asiente levemente. Ingrid se levanta.

-En fin me vuelvo. Axel debe de estar a punto de levantarse, a pesar de tener  10 años es como un reloj.
-Sí, también a estas horas se levanta Carlos, no?

Ingrid se queda un poco traspuesta. Desde hace una semana tiene una aventura con el socorrista de su piscina, que se llama Carlos. En fin, será otro Carlos. Cambia de tema.

 - Ha visto usted esas gaviotas en el espigón? Nunca había visto tantas. Son monas no? le gustan?

Doña Adela resopla.

-No, no me gustan. Nada.