viernes, 25 de julio de 2008

Carta abierta a los productores de yogures

Estimados señores productores, apretadores de ubres bovinas, exprimidores de cuadrúpedos de pezuña, latifundistas y minifundistas de líquido blanco. Lecheros yogurteros en definitiva:

Respóndanme a una sola pregunta:

Por qué?

Permítanme antes que me presente: Soy un tío vulgar, de la calle, de los del montón. Si dais una patada a una piedra, quizá me encontréis agazapado debajo.

Pues bien, estaba yo el pasado viernes, un día vulgar, sin nada especial, entregado a mis vulgares y rancios entretenimientos cuando sentí uno de esos sentimientos mundanos y vulgares que tiene la gente como yo: hambre. –Coño- Me dije (los de mi calaña hablamos así) –Voy a hacer la compra-. Y me fui a dónde va la gente ordinaria a comprar: al hiper. Me hice una lista de la compra anodina: huevos, leche, jamón… Y yogures. Y qué yogures busca un bastorro como yo: pues eso, los más bastos: yogur natural. Sin nada más. Arranco mi vulgar utilitario y me planto en el Hiper donde a una piara de tipos como yo se les ha ocurrido la misma idea: comprar. Tras alquilar por un euro el pertinente carro de la compra enfilo directamente hacia el pasillo de los yogures.


Dios Santo, no hay un estante de los yogures, hay un pasillo de los yogures! Comienzo a recorrer con la vista por las filas y estantes. Un Txunami de yogures de mil colores parapetados tras un cartón abrazador se abalanzó hacia mis ojos. Casi todos de rabiosos sabores. Los primeros afirmaban tener sabores tropicales y lactobacilus y me lactobacilaban desde el estante más alto con sus colores chillones. Otros más cercanos al parecer estaban contaminados con soja, pero, lejos de ocultarlo, lo exhibían con letras gigantes.


Más allá están los que están rebosantes de cactus (aloe vera), espero que desespinados.

Sigo avanzando perplejo y descubro los yogures-abecedario: esos yogures enriquecidos con vitaminas A, B, C, D, E, B12. No especifican el oscuro laboratorio de donde los sacó el primo de Frankenstein que deben de tener trabajando para ellos. Y encima, los cachondos de ellos, se anuncian con mayúsculas como “totalmente naturales”.

Pero del laboratorio a la farmacia sólo hay un paso, como descubro al avanzar por el pasillo: Un batiburrillo de yogures-aspirina se atiborran en la zona media: los que tienen isoflavonas para la menopausia, otros tienen bacterias para las defensas que hacen que andes como si te hubieras comido una bombilla de 100 W.
Otros más te ponen los niveles de colesterol como los de un vegetariano rabioso. Algunos incluso se atreven con las funciones corporales más prosaicas. Son los yogures José-Coronado, aquellos que en cuanto te metes una cucharada en la boca, tienes que salir corriendo, arrancarle de los dientes el rollo al perrito de Scottex, y sumergirte urgentemente en el baño durante los próximos 15 minutos.

Según voy finalizando el recorrido del pasillo, los nombres de las sustancias incluidas en los yogures se vuelven más ominosos, como de arma biológica de destrucción masiva: aminopéptidos unos, bífidus o biófilus otros, ele-casei-inmunitas los de más allá.

Al finalizar la estantería, en un rincón miserable encuentro los naturales. Pero descubro que todos ellos están contaminados por una o varias de las sustancias anteriores.

Señores productores, insisto:

Por qué?
Por qué no puedo encontrar un simple y vulgar yogur natural, que no tenga NADA MÁS? Dicho de otra forma:
Por qué no puedo encontrar un puto yogur natural??

Es una especie en extinción??
Soy un tío jurásico porque me gusten los yogures sin nada??
Es necesario estar medio enfermo para comerse un yogur???
Fabricáis algún tipo de yogur que no haya inventado el profesor Bacterio????

Vaya en vuestro descargo que el resto de la compra también se ve cada vez más inundado por este nuevo tufillo a botica: lo que no tiene calcio, tiene omega3 o soja o bífidus o b12 o todo a la vez. O lo que quiera que se le ocurra insertar al fabricante de turno.

Pero, lo dicho; Señores, por Dios, por favor:

Quiero mi yogur natural virgen.

Espero tengan a bien enviármelo a la vuelta de correo. Si es que todavía existen....

Atentamente,

Blas Zeta.

viernes, 18 de julio de 2008

Sanfermines light



Desgañitadas ya las amígdalas de berrear “el probe de mi” y negros como el tizón los intestinos gruesos del kalimotxo ingerido.

Se acabaron los sanfermines.

El Fiestón más grande del mundo en una de las ciudades, reconozcámoslo, más beatas el resto del año. Media Europa se reúne en nuestras calles con el estimulante objetivo de ponerse hasta las trancas: Manadas de suizos con el estómago como un queso gruyere por el kalimotxo, suecos que se hacen los ídem del pedal que llevan encima, alemanas ebrias, que, por desgracia, no hacen lo que prometía la cancioncilla popular, portugueses “obrigados” a agarrarse a las farolas para no caer de bruces al suelo....

Una especie de megacebollón donde las huestes bárbaras se congregan en torno a la inocente suelta de ganado bovino por las calles.

Así que, a las ocho de la mañana, los escasos restos sobrios de estas hordas que han sobrevivido a la noche y medio mundo se pega al televisor para ver el exiguo trayecto de los bovinos cudrúpedos desde los corralillos del gas hasta la plaza de toros. ¿Y qué buscan todos estos ansiosos videntes y televidentes?. Averigüe el avezado lector:

a) A lo mejor les gusta la naturaleza, ingieren a diario los documentales de la dos y quieren ver el campestre paseo de las bestias
b) Les gusta mucho Pamplona y aprovechan para ver las calles de la ciudad
c) Sangre, sangre, sangre.

Pues claro que buscan sangre. Qué otra cosa iban a buscar si no? Cuando cornean a un corredor se echan las manos a la cara horrorizados pero con una sonrisilla malévola por dentro, como disfrutando del secreto placer de la desgracia ajena. Es el mismo morbo que atrae como moscas a los espectadores de un accidente de carretera.

Hay quien dice también que es un arte eso de la corrida delante del astado. De un tiempo a esta parte, han surgido como setas encierrólogos con master incluido que sientan cátedra sobre las nobles y egregias artes de la korrika. Con voz afectada, explican con displicencia a los legos las maniobras corporales a practicar en los encierros y alguno hasta nos da un cursillo sobre psicología taurina. Podéis verlos en cualquier telediario entre el 6 y 14 de julio de todos los años. Antena 3, con voz en off, anunciaba de uno que "vive por y para el encierro". Cuando estás dentro, eso no hay quien se lo crea, es una auténtica matanza; codazos, pisotones, empujones. Y acaba en el suelo desde Olaf, el sueco fiemo hasta las patas que corre con mochila hasta Patxi, el experto corredor que daba lecciones dos telediarios atrás.

Pero a lo que íbamos: lo que la gente quiere no es ver las carreritas de los divinos de turno, la gente quiere sangre. Y los navarros, como buenos proveedores, les dábamos a los clientes lo que pedían: sangre. Hasta este año. Que ha llegado el autobús negro. En lugar de ver toros sueltos por las calles forales corneando a diestro y siniestro, nos encontramos con una enorme masa negra cornúpeta que se cepilla en tres minutos el recorrido. El bicho lo único que ve de las calles pamplonicas es el esfínter del toro que le precede.

Todo ello ha hecho de los encierros un espectáculo francamente aburrido. Y no merecedor en cualquier caso, de los madrugones que se pega mucha gente de vacaciones para verlo . Sé de insignes mirones de este espectáculo que ya no programan sus despertadores esos días.

Y todo ello, por unos cambios realizados en aras de la seguridad. Que si han mejorado el agarre del piso, que si han modificado la curva de Estafeta para que no choquen los toros... Sabe Dios qué más han hecho: Que si les han puesto 4-*4 en las pezuñas o, a lo mejor, el señor obispo les ha echado unos sermones sobre el amor (limitado, ojo) entre bestias y hombres.

¿Y por qué había que cambiar nada del encierro?

Si tan importante es actuar “En aras de la seguridad”, les propongo un cambio más, que lleven a los toros en camiones. Así, la seguridad aumenta un 100%.

Lo que no se puede pretender es nadar y guardar la ropa. Si queremos seguridad: camiones para los toros. Y si queremos seguir siendo la principal fiesta del mundo: se deja como está. Si en época de los romanos, a los leones, en lugar de cristianos les hubieran echado unas salchichas oscar mayer, no habría habido romano que pagara la entrada para el Circo. Se habrían quedado solazándose en las termas tan ricamente.

Vale, que igual es un poco exagerado, que no se trata únicamente del espectáculo, hay una tradición detrás. Pero entonces, razón de más para no cambiar nada.

A ver, que no se trata de que las ristras de las vísceras vikingas cuelguen del cableado de Estafeta. Pero tampoco se puede convertir en algo tan aburrido como la retransmisión de una procesión de semana santa.

Así que, lo dicho; por dios, si los australianos quieren fuente de navarrería, se la ponemos el doble de alta si es preciso. Angelicos.

Y si hacemos un encierro, lo hacemos en condiciones. Y no la cuchipanda de vacas mansas de este año.

martes, 8 de julio de 2008

Investigadores



Y ahí estaba yo. Tan ricamente. Disfrutando de los últimos días de mi trigésimoequis cumpleaños y ya bien cerca de mi trigésimoequismásuno. Sin hacer daño a nadie. Sin arruinarme en psicólogos por la alargada e inquietante sombra de los cuarenta, allá en el horizonte. Haciéndole la autopsia a un pollo asado y dispuesto a verme el documental de turno sobre una panda de ñuses y seres bovinos varios que nunca llegarán a la treintena de una pieza, solo para darme el placer de verlos devorados por el león del sherenguetti de turno. Con un ojo vago y el otro poniendo el cartel de “indisposición momentánea, volvemos en un rato”. Tan ricamente, vamos. Hasta que llegaron los Putos Investigadores. Joder, pero qué les he hecho yo a estos tíos?. Alguna vez me habéis visto pegar a un investigador?. Sin causa justificada, digo. Pues, en cambio, ellos no tienen pasatiempo más jocoso que indigestarme los últimos bocados del muslo de pollo.


El final del Telediario. Es donde los presentadores aflojan el rictus tras un telediario generoso en muertos en inundaciones, euribores cabrones, y maltratos varios. Y les sale esa sonrisilla bobalicona. Es el momento de las noticias sociales. La Elena Resano, con gesto juguetón, nos suelta: “ los Investigadores (mayúsculas) han descubierto que el reloj biológico también hace estragos en los varones” Pone cara de estar pensando “ ahí os jodéis, maduritos”.


La siguiente imagen es la de la Investigadora: Tiene gafas (todos los investigadores tienen gafas, aunque no las necesiten), es fea (todos los investigadores son feos, que no os engañen las series), con esa cara acartonada y blanquecina de quienes pasan horas incrustando el ojo en el microscopio. Habla como el Oráculo, con la seguridad de un cura hablando de Dios. El siguiente minuto y medio escupe todos lo males apocalípticos que padecemos o habremos de padecer en breve los treintañeros: Tripas prominentes, calvas saharianas, pelos en partes insospechadas del cuerpo, carnes con la densidad del blandiblú. Pero es en la cosa sexual, donde abre los ojos y se relame de gusto en nuestras desgracias: eyaculación precoz, penes con la dureza de un plátano al que han dejado al sol tres días. Y añade: “Pero aún peor: espermatozoides vagos, enfermizos, con las colas tan juguetonas como las lápidas de un cementerio” . Imagino campos devastados con espermatozoides muertos o agonizantes, un panorama desolador, como un diccionario por el que hubiera pasado la ministra Aído.

Y sonríe satisfecha la cabrona con sus conclusiones inapelables. Y yo ahí con mi muslo de pollo congelado entre mis dedos, visualizando las epidemias que en cuestión de horas voy a empezar a padecer y haciendo apuestas sobre cuál de ellas será causa de mi defunción. Probablemente, la señora investigadora sea una fan psicópata de “La fuga de Logan”, aquella serie donde se cargaban a la peña al cumplir los treinta.


Y por qué no me dejará tranquilo la tía esa y los investigadores en general? No podían hacer estudios sobre la intensidad del mordisco de sus ladillas? O descubrir una ley que haga inversamente proporcional el sudor que chorrean sus cerebros y la distancia de sus parejas en la cama?. Hace poco se oían por la radio los nuevos estudios de sesudos investigadores. Esos estudios afirmaban que, tras estudiar con fruición la serie, habían llegado a la conclusión de que el campo de fútbol de Oliver y Benji tendría que medir 6.378 kilómetros de largo para que fueran posibles pases y carreras. Otro estudio afirma que calculando la distancia del pueblo que salía detrás de Heidi, su columpio debía medir 20,20 metros de alto.

http://www.youtube.com/watch?v=HXW31ZyorVA

http://forum.lawebdefisica.com/showthread.php?t=1477

Ese es el tipo de cosas que deberían estar estudiando y dejar tranquilos a los treintañeros con nuestras cosas. Todo el mundo sabe que las mayores mentiras empiezan con el epígrafe “ estudios recientes afirman…” o “se ha descubierto recientemente”.


Y ya nos estamos cansando de ver veinteañeros imberbes y sin sustancia copando los puestos punteros en los deportes, donde a los treinta estás en el asilo, en el cine, en los anuncios, en los trabajos. Ya podéis temblar veinteañeros, que un día de estos los de treinta nos vamos a sublevar contra vuestras hormonadas personas. Claro que para entonces, ya tendréis treinta vosotros…..

En fin, por el momento, no haré caso de la petición del Sindicato Unido de mis espermatozoides que piden demanda judicial contra la señora Investigadora por injurias y calumnias. Pero, por Dios, déjennos tranquilos, señores investigadores. A lo mejor podéis estudiar la fuerza de los pechos de Afrodita A. O una fórmula para calcular las arrugas de los calcetines de punto. Así estáis entretenidos.