jueves, 2 de abril de 2020

Microrrelatos: El amargo olor de la derrota

La propia de los espantapájaros. La impotencia ante los cuervos. Ese es el sentimiento de  mi rey ante la llegada imparable de las hordas negras. Parapetado tras su enroque asiste incrédulo a la caída de sus defensas en el flanco de rey. 

Se las prometía felices en los inicios de la defensa india de rey. Las operaciones en el flanco de dama se antojaban jugosas y era cuestión de tiempo el hundimiento del rival. Pero llegó el bloqueo. Un simple error y los peones se quedaron sin avance y las piezas ligeras sin casillas. Y llegó la reacción del negro por el flanco de rey. Los peones de f, g y h avistan ya el enroque y es cuestión de pocas jugadas que penetren en el enroque y masacren a mi monarca. 

Me juego mucho en este envite. Mi rival también. Una victoria supone acceder a una beca deportiva. Un entrenador, dinero y acceso a torneos. Una derrota es volver a la frutería de mi tío, Resignado hago la jugada que abre el enroque y que terminará de hundirme.

De pronto, mi rival empieza a toser de forma incontrolada. Se levanta y se va al baño. Vuelve tiritando, tiene la cara roja. No me había fijado. Tiene todos los síntomas. Se levanta compungido. Esboza una disculpa. Y se va corriendo de la sala. Me quedo solo. Mi posición está perdida pero está claro que no va a volver. Es mi oportunidad. Lo medito cuidadosamente. Al final, paro el reloj y firmo mi derrota en la plantilla. No sé, al final tampoco me disgusta tanto el olor del brócoli a las 5 de la mañana.