miércoles, 19 de junio de 2019

Microrrelatos: Feliz cumpleaños

Nos apenó que no le quedara ni un recuerdo para rellenarlas. Bueno, miento, en realidad nos la sudó. Pensábamos llenar las botellas con recuerdos suyos, así, en plan esotérico; rollo del Richard, que ahora se ha vuelto moñas. En lugar de eso, llenamos las botellas con licor gallego de garrafón, cortesía del Jorge, unos porros, música a todo volumen de Reincidentes, y nos pusimos hasta arriba. Qué puto desmadre. Tomás nos miraba impasible desde su silla de ruedas, mientras un hilillo de baba le caía por la comisura de la boca. Creo que era de envidia. Pero estaba contento. Lo sé.

Microrrelatos: Nada

Nos apenó que no le quedara ni un recuerdo para rellenarlas. Ni un relato. Ni una imagen. Nada. Nos apenó, nos cabreó, nos indignó, nos hundió pero también nos emocionó. 15 años de duro trabajo. 34 personas. 70 millones de presupuesto. Y el sueño de un loco que fue tomando cuerpo. Enviar a un astronauta a un agujero negro y traerlo con vida. Ryan se fue con 38 años. Ahora parece tener más de 90. La nave intacta pero los instrumentos no han grabado nada. Y el desgraciado de Ryan no recuerda nada. Ni su nombre. El hombre más famoso de la tierra y sus memorias quedarán en blanco para siempre.

Cenizas

Cuando acabes la dejas fuera – me dice con desprecio. Sale sin esperar respuesta.
Me quedo a solas en una lúgubre sala del tanatorio. Junto a esa mujer imponente y maravillosa que me crió durante tantos años convertida ahora en un frasco de cenizas. A su muerte aparecen esas alimañas que tiene por hijos, desaparecidos en su enfermedad y reaparecidos al hedor del testamento. Ella no merece presenciar eso. Salgo discretamente con la urna y conduzco hasta el Quinto Real, donde me enseñaste a diferenciar los níscalos de los boletos.La arrojo al viento. Creo oír su risa mientras se esparce entre la bruma.

Microrrelatos: Ofrenda

Me llamarán para que baje a cenar en familia. No contestaré. Mi madre subirá a decirme que me ha hecho mi cena favorita. No contestaré. Mi padre me exhortará para que sea un hombre. Mi hermana subirá llorando a decirme simplemente que baje a cenar. Valoro la huida. Pero abro la puerta y bajo. Vuelve el ambiente festivo. Todos sonríen. Me siento. Mastico con desgana un muslo de pavo con chile mientras mi mirada se pierde en el infinito del que pronto seré parte. Mi hermana me abraza por encima de mi túnica emplumada. Mi corazón palpita con fuerza minutos antes de que sea extraído como ofrenda a XipeTotec.