El caso es que ahora nos viene con una cinta sesuda de crímenes en serie, ambientada en el puritito corazón de londón. Qué raro. Me suena a experimento del profesor Bacterio. Pero es Alex de la Iglesia; hay que verlo. Voy al cine y me cabreo como siempre que voy al cine. ¿¿Donde está el “muvirecord”?? Por qué me lo han quitado?? Dónde están aquellos anuncios casposos de Men-for-san o sanitarios roca que hacía que mereciera la pena ir al cine?? No, si luego querrán que abjuremos del emule…
En fin, la película comienza con unas disquisiciones teóricas sobre Wittgestein y la esencia del ser. Qué macarra es el Alex; filosofía profunda para comenzar la película. Nos caen goterones de las sienes de los esfuerzos por seguir el hilo. Y solo llevamos 10 minutos de película. Pero la decepción nos viene por otro lado. Entiendo que los protagonistas deben tener cierto tirón comercial. Más aún en una producción internacional. Pero la actuación de Elijah Wood y de la Watling es infame. Ambos perpetran sus papeles sin ningún convencimiento. Y juntos tienen menos química que un abrazo entre Aguirre y Gallardón. El pésimo doblaje no les ayuda precisamente. Solo John Hurt aguanta el tipo. Está enorme el abuelo.
El argumento a duras penas soporta la confusa dialéctica filosófica aderezada con la inevitable y deslabazada ristra de asesinatos. Eso sí, al final de la película, Alex recupera el pulso y el desenlace es brillante.
En definitiva, una película difícil, algo dura de seguir, bastante deshilachada y mal interpretada. No es un desastre total pero sí muy floja para lo que esperamos del de la Iglesia. Si vas, hazte unos sudokus antes para ir entrenado.
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