Bueno, uno de mis despropósitos para el año nuevo era inaugurar el blog y aquí me hallo. Y es que cuando me propongo algo, lo cumplo. Ahora es cuando mis orondas lorzas, a las que amenacé con exterminar el pasado año, se desternillan por los suelos. O cuando el pavo del gimnasio de mi barrio, inocente él, se apresta a desempolvar la matrícula que prometí firmar aquel lejanísimo enero de 2007. O cuando el nivel medio alto de inglés que afirma poseer mi currículum se prepara para dejar de mentir, tal y como me comprometí. Pero no. Eso eran mentiras piadosas. Como cuando le deseas buenos días a la avinagrada vecina del tercero. Este año, voy a ser como el conejito de Duracell; me pongo las pilas y no paro hasta diciembre. Y uno de mis propósitos será actualizar semanalmente este blog. Por suerte, no lo va a leer ni Dios, así que no tendré quien me reclame por mis retrasos.
¿Para qué diablos sirve hacer un blog? La verdad es que no lo sé muy bien. Creo que es una especie de water donde expulsar la diarrea mental que sufre uno de vez en cuando. Y está mejor visto, socialmente hablando, que contarle tu vida y desvaríos a Charlie, tu peluche o a los habitantes de tu acuario. Además, ambos receptores resultan poco comunicativos. Así que mi logorrea es como los desechos radioactivos; mejor enterrarlos donde nadie los lea y donde no puedan hacer ningún daño.
Me propongo escribir sobre los asuntos que me interesan: el ajedrez, droga dura de mentes enfermizas como la mía y que me deja sin sobremesas de los sábados; televisión; sobre todo los llamados “realitis” a los que algunos desalmados acusan de telebasura; la psicología, que algo se me habrá pegado en cinco años frecuentando el bar de la facultad; la publicidad y los anuncios de la tele, a los que tienen la dichosa manía de interrumpir con programas. También los documentales de bichos, que veo siempre que puedo y no como esos que afirman verlos en las encuestas y luego los ves roncando a pierna suelta en el sofá mientras los leones del Serengueti meriendan chuletón de cebra.
En fin, y sobre cualquier ojo en el que quepa un dedo que meter.
Saludos a todos los que no vais a leer esto y a los que sí lo leeis, recomendaros cienes y cienes de páginas porno más educativas que este blog.
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