lunes, 1 de marzo de 2010

Liga Vasca 1º: 7º ronda: Lo que el viento se llevó a fomento


(Aguirretxolo; Dios guipuzcoano del viento)

Sábado 27 de febrero, una nueva palabra se adueña de las lenguas de media Euskadi, ¿ornitorrinko psicotrópico? ¿aerofagia txoricera? No. La palabra es ciclogénesis explosiva.
Otia con el palabro; en mi pueblo a esto se le llamaba "vientolkopón vuelagorrinos". Pero claro, no es lo mismo. Es como llamar al chopped, "caprice du porc aux fines herbes". El caso es que sábado ahí nos hallábamos a la espera del ciclón llegado desde tierras norteñas. Parapetados tras sacos de arena y cartones en los cristales esperamos ansiosos en el club la llegada de los fomentos.
A las 3, árboles y abuelas empiezan a volar en el parque de los mundos. A las 3 y media recuperamos a Txus del colgador de ropa del segundo piso de una casa adyacente. Hugo llega embutido en sacos de cemento, a Ros lo pescamos a
lazo cuando volaba por la calle Iturrama e Inge entra por la chimenea del club. Cerramos la puerta pero ya no hay forma; la ciclogénesis explosiva se cuela en las partidas y con ella otros fenómenos atmosféricos con nombres igualmente sonoros:

Galernofasia impulsiva(ventisca):

Calma chicha parecía reinar en el encuentro entre Txus y Nava. La eslava traía vientos suaves de componente este rolando al flanco de dama que anunciaban una agradable jornada vespertino-campestre. Ante este somnoliento panorama, el blanco omite un Dg4 que habría sido un paraguazo mortal en la cabeza del orvino. Tras unos cuantos trueques, escampa en medio del tablero y con torre y caballo contra torre y alfil blancas y negras parecen abocadas a firmar calma chicha en pocas jugadas. Pero la ciclogénesis no gusta de finales tibios y días soleados. Se levanta un potente viento que empieza a soplar de cara a Agirretxe. El caballo encabritado empieza a dar coces y a duras penas puede el obispo blanco guarecerse en medio del campo. El viento sur acaba por enloquecer al monarca blanco que deambula por su flanco hasta que su desquiciado obispo muere aplastado por el torréon negro.

Diluvigenia jarreiforme (lluvia):

El ciclón llegó al segundo tablero desde la primera jugada: f4-e5. Piedras y pedradas empiezan a llover sobre el tablero. Antes de la jugada 10, los reyes han volado de sus casillas y tres peones negros pasados surgen de la ventisca en flanco de rey. Sin embargo, la estación meteorológica fritz 9 avanza graves inundaciones y riesgo de tsunami en la zona negra. Negros nubarrones se ciernen ante el monarca negro que aguanta como un jabato, aparaguado tras su jaco. Pero si Eolo jugaba en mi bando, Cronos empieza a hacerlo en el de Hugo de forma acuciante. Con menos de un minuto antes de la jugada 18, arrojo una horrible pedrada con Ag5 que hace que torne la dirección del viento. Tras eso, mis intentos de mate se tornan risibles, una especie de mear contra la ciclogénesis. Tras el cambio de damas, amaina el temporal pero el panorama no es nada halagüeño para los restos de mi tropa. Para arreglarlo llevo a mi caballo a un suicidio gratuito culminando una nueva gesta para mi catastrófica temporada.

Pedruscogénesis obsesiva (pedrisco)
El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. El Mombi es el único que coge esa piedra y la pone en medio del pasillo de su casa, bajo la moqueta. Tras el pedrisco que le cayó en su última partida con la Caro-Porq, nos anuncia ufano que lo ha analizado y mejorado para el negro. Vista la partida, le recomendamos encarecidamente que use el Spectrum sólo para jugar al Invaders y no para analizar. Tremendo pedrisco que le vuelve a caer en plena apertura. Tras el diluvio, un tronco con forma de obispo se le clava en h6. Su monarca no sabe en qué torréon guarecerse y acaba a la intemperie y en taparrabos. Ros invoca a Eolo para que granice por ambos flancos. La torre del mombi fianchetada en g7 expresa el desconcierto de los del bando oscuro, que acaba sucumbiendo a la entrada de los peones aprovechando la niebla que se apodera del negro.

Txunamifilia ahogativa (riada)
Más apacible el último tablero donde Monje lleva a tierras catalanas su gambito de dama contra Inge. Apenas una suave brisa sopla contra el negro. Y en esto decide el Monje afear un despejado día dejándose un peón en e5. Pero el viento es variable y la insospechada compensación hace que los vientos empiecen a derivar hacia la casa del negro. La tormenta estalla con el desmoronamiento de la torre blanca contra la caballería que abre una riada contra el enroque negro. A duras penas consigue Inge achicar el agua que entra con el jaco blanco y la dama que arrasa buena parte de los efectivos negros.

Y como vino, se fue el ciclón que trajeron los fomentos; por la puerta. Rescatamos los enseres que han sobrevivido al vendaval: medio retrete que flota sobre el arroyo que cruza el club, un par vacas muertas flotando sobre el estante de los trofeos y, sobre todo, dos puntos; justos viendo lo visto y que pueden ser oro. El Mombi y yo a disfrutar de la disciplina del cilicio durante unas horas mientras Nava y Monje se beben sus merecidas cañas y las nuestras. Solo dos rondas. El precipicio se adivina ahí mismo, a un par de peldaños. Pero lo vamos a sacar. Un miserable vientecillo no va a poder con nosotros.

1 comentario:

Roi Reinaldo dijo...

La verdad es que estas crónicas son la repera. Debería ficharte Leontxo para comentar Linares. Felicidades.