viernes, 2 de mayo de 2008

En cuerpo y alma


Por fin. Siglos esperando y por fin se va a hacer realidad. Desde el inicio del cristianismo se ha producido un cisma insoldable. Cuerpo y alma. Del cuerpo se encargaban los galenos. Era simplemente una tinaja de carne que contenía al auténtico tesoro: el alma, de la cual se encargaban curas y sacerdotes.

Siglos después la situación no ha cambiado y los religiosos continúan despreciando la carne para centrarse en la salvación de las almas. Hasta ahora. Una noticia me recorría recientemente la médula espinal. Resulta que los curas, por vía de la piadosa Espe Aguirre, van a participar en Madrid en los comités de ética de los hospitales, incluyendo entre sus misiones la toma de decisiones médicas. Es fantástico. Por fin, las enfermedades de cuerpo y alma tratadas por un único especialista. Qué es eso de ir a confesarse primero y a la consulta del médico después? Eso está caduco.

-Padre, he pecado. Robo en el super, le he mentido a mi mujer y me toco pensando en la dependienta de la panadería. Ah! Y tengo almorranas y un dolor de cabeza que me está matando.

-Vale, hijo. Me rezas 10 avemarías y 5 padrenuestros y te tomas un ibuprofeno, hemoal 500 y unas pastillitas de bromuro después de cada comida.

Pero antes de llegar a eso, vamos a ver la línea que va a seguir la iglesia hasta entonces. Una de las principales áreas de actuación de la comisión ética de los hospitales va a ser la gestión de los cuidados paliativos para enfermos terminales.

Preguntado por el particular, el arzobispo de Pamplona, Fernando Sebastián (sic, el "nuestro") fue contundente y lapidario:

-"Jesucristo no recibió cuidados paliativos".

Así que está claro: contra el dolor de los enfermos terminales, una receta que no se encuentra en las farmacias: Ajo y Agua. En la peculiar y santísima mente de monseñor, los calmantes serán trampas de lucífer, los médicos, brujos del mal y las enfermeras, tentaciones lascivas.

Ya puestos, Monseñor, qué es eso de que los enfermos estén postrados en camas recibiendo atenciones?. Por qué no los crucificamos? La UCI sería un enorme campo de crucifixión. Y sus monaguillos irían fustigándoles mientras usía les arroja agua bendita y les va exorcizando. Así sí que sabrían lo que padeció Jesucristo y estarían más cerca suyo.

Y digo yo, Monseñor, en mi supina ignorancia: Jesucristo se comía los chuletones que usted se trinca periódicamente con sus colegas de mitra y copete? Y esparcía sus santas nalgas en un colchón de latex natura como lo hace su merced?

Pero dejémonos de demagogias y de fantasías teologales de nuestros prelados. Y alegrémonos del nuevo rumbo de nuestros guías espirituales. Esto es sólo el principio. Ahora ya no sólo van a salvar nuestras almas. Ahora van a ocuparse de nuestro cuerpo. Es genial. Tendremos vidas plenas. Como Dios. O será un viacrucis?




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