jueves, 17 de abril de 2008

Mimosín, la bestia que llevas dentro



"¡Hey tú! Sí, la persona que está leyendo esta etiqueta. ¿Qué ocurrió con el animal salvaje que llevabas dentro? No es demasiado tarde para despertar y liberar a tu amazona interior. ¡Vamos!"


Este es el texto literal de una etiqueta de: a) Preservativos con sabor barbacoa, b) viaje a Irak para dos personas que incluye la ruta de las mezquitas c) Nueva ensalada preparada con auténticas lechugas de chernobil d) Nuevo Mimosín.


Pues efectivamente, la correcta es la d). Podéis comprobarlo en vuestro super (si es que frecuentáis ese tipo de locales).


Qué macarras se han vuelto los de Mimosín. Hasta la fecha, sólo recordábamos ese oso gazmoño que decía con voz aflautada: -Holaaaaa, soy mimosííííííín- y aparecía flotando a cámara lenta entre una nube de toallas. Por lo visto, esa imagen idílica y ñoña ya no vende suavizantes. Ahora hay que apelar a los más bajos instintos y miembros para vender cualquier cosa. Pero suavizantes!!. Igual es llevarlo al extremo. ¿Hay que convertirse en una bestia inmunda para comprar un suavizante?.


La cosa no queda ahí. Los de Mimosín tenían el día cachondo y continúa la etiqueta: "Úsalo una vez por semana y empezarás a hablarle al ficus, úsalo dos veces por semana y pintarás tu cara con pinturas tribales, úsalo tres veces por semana e irás a trabajar en una liana".


Yo otra cosa no, pero obediente soy un rato. Y lo he usado no una ni dos ni tres. Sino seis o siete coladas que habré puesto esta semana. Y todas ellas con el nuevo Mimosín salvaje"estallido verde".


Siguiendo la progresión salvaje de la etiqueta, debería estar colgado de una liana, golpeándome el pecho y pelando una banana. Imbuido de ese espíritu asilvestrado he salido al rellano, presto a abordar a la vecina buenorra del tercero y arrancarle la ropa o que me la arranque ella en cuanto huela mis feromonas desatadas. Fracaso. Ha pasado y no he alcanzado ni a farfullarle un "buenos días". En el gimnasio aparecí todo gallo y me atreví, armado con mi nueva fuerza brutal, con la pesa de 50 kg. Fracaso. No se ha movido ni un centímetro. Si hablara, todavía se estaría partiendo el culo. Dios. El nuevo Mimosín es un fraude. Yo me veo tan poco asilvestrado y cachazudo como siempre. Pero lo he intentado al menos.


En fín, no deja de ser curioso que en esta sociedad acomodada en la que vivimos el mito del retorno a la vida salvaje se convierta hasta en un reclamo para vender suavizantes. Habíamos visto en los últimos tiempos que la publicidad recurría cada vez más a los bajos instintos para vender casi cualquier cosa. El perfume te convertía en una bestia hormonada, un nuevo café te empujaba a imaginar aventuras tórridas con un sucedáneo chungo de Juan Valdés o Scarlett Johansson y tu nuevo coche te lanzaba a temerias aventuras por remotas carreteras con la maciza de turno. Pero lo del Mimosín es el acabose.


Así que ánimo, echadle huevos u ovarios y chutaros unas coladas con mimosín, que os volveréis como perros rabiosos. En un arrebato de salvajismo, hasta igual os atrevéis a mezclar ropa blanca y de color.

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