Este es el blog de blas zeta. Exhaustas ya las orejas de amigos, acólitos y conocidos de su incesante verborrea, amenaza ahora con intoxicar la red y aledaños. Por suerte, no lo va a leer ni Dios. Leer este blog no te hará más sabio, ni más rico, ni más guapo/a. Quizás incluso al contrario. Pero quizá te haga olvidar por un rato de dónde vienes y a dónde vas.
jueves, 30 de diciembre de 2010
Isra y los reyes magos
Marcos está de bajón y todo por Isra. Joder,¡qué cabrón es el Isra!. Y parecía un tío majo, legal, enrollado. Bueno, siempre fue un poco inmaduro. Puede ser por todo por lo que ha pasado en su vida. O puede ser porque tiene 8 años. No sé.
Todo empezó por culpa del Ratoncito Pérez. Los grandes problemas siempre empiezan con el Ratoncito Pérez. El caso es que al tal Israel se le cayó un diente. Ya se le podía haber caído el páncreas o el bazo. Pero no, se le cayó un diente. Y ¿qué ocurre cuando se te cae un diente? A ti y a mi que el dentista nos pega una hostia en la factura que comemos arroz blanco el resto del mes. Pero si tienes 8 años viene el Ratoncito Pérez y te deja una moneda (ahora es un regalo). Pues bien, nuestro Isra no se conformó con irse a la cama a esperar su monedita o regalito ratonil. Como tiene móvil y su móvil tiene vídeo, se le ocurrió inmortalizar ese momento en que la generosa Rata deja el impuesto dental bajo la almohada. Claro, imagínate lo que puedes fardar en el cole luciendo el careto del Pérez en tu móvil
-igual hasta Pituca me deja que le de un beso en la mejilla- pensaría Isra.
En fin, cuál sería su sorpresa al darle al play al día siguiente y ver a su madre suplantando a Pérez el Roedor y dejando un camión de bomberos en su cama.! La madre en cuestión negó tajantemente tener nada que ver con el regalo atribuyendo al ratoncito el presente. Juró y perjuró. Hasta que Isra le enseñó el vídeo. Jodidos niños! que tienen móvil, vídeo, consola y defensa antimisiles. La madre se derrumbó y confesó que el Ratoncito Pérez ¡¡No existe!! que son los padres!!
El tal Isra apareció en el colegio al día siguiente y le faltó tiempo para contar a sus amiguitos, entre ellos mi sobri Marcos, su descubrimiento. Un viento helado surcó el recreo. ¡No existe el ratoncito Pérez!! y lo que es peor ¡los adultos nos timan, nos engañan!! pero ¡¡si dicen que mentir es pecado!! (todo esto me lo contó Marcos a su modo). Algun enano dado a los silogismos fue más allá: Si lo del Ratoncito es falso ¿¿¿no será que los reyes magos son también mentira???!!! Alguno además añadió que había cazado algún comentario a su prima en ese sentido. Entonces ya no fue sospecha sino terror lo que se apoderó de sus diminutos cerebros. Para descubrirlo, decidieron utilizar el modo de investigación más antiguo, directo y efectivo: el interrogatorio.
Estamos a mediados de diciembre y una recua de enanos preguntones aparecen en sus casas a la hora de la merienda con la pregunta que todo padre teme: ¿Mamá, los reyes magos existen?, Papá, ¿los reyes magos sois vosotros?. A algún padre se le atragantó el café de la merienda. Hubo quienes negaron categóricamente semejante falsedad y también los hubo más flojos que lo cantaron todo desde el principio. Mi hermana y madre de Marcos fue de los primeros; lo negó todo con una entereza encomiable. Mas fue en vano.
Al día siguiente, el grupo de conspiradores enanos volvieron a reunirse en el recreo y tras poner en común el resultado de sus pesquisas concluyeron que: a) los reyes magos no existen, b) los adultos son unos mentirosos c) ellos son unos pardillos por creer los embustes de sus padres.
Total, Isra se ha quedado sin beso de Pituca (Pituca no besa a destroza-navidades) y Marcos está cabreado. Ha descubierto la farsa de los reyes magos. Y justo a finales de diciembre. He echado la bronca a mi hermana por ello. Y este año ha decicido que no quiere ir a la cabalgata de reyes magos.
-Pero ¿¿¿¿Para qué hacen cabalgata si son de mentira??? me pregunta mi desolado sobrino.
-Espabila salao-le digo yo- que anda que no te quedan cosas por descubrir del mundo adulto.
Eso sí, no ha devuelto los regalos, que una cosa es ser íntegro y otra ser gilipollas.
Y ya ha empezado a espabilar y a ser más desconfiado; el otro día me preguntó a ver si los esquimales existen o si también eran mentira. Dios, que listo que me va a salir el chaval. Y cuántos leñazos tiene que llevarse aún para descubrir en qué mundo vive.
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