jueves, 18 de noviembre de 2010

Hispanioles



Veréis. Los hispanos eran un alegre grupillo de pastores de bucólicos, pizpiretos y alegres. Tenían ovejitas y cabritillos. Les gustaba correr por el prado, y escribir poemas. Tenían un jefe sabio, barbudo y compresivo elegido por votación popular. Por las noches les gustaba saltar a la comba y cantar en torno a la hoguera canciones del tipo “yo tengo un gozo en el alma (grande)” o “ el Señor hizo en mi maravillas”. Eran castos, puros, demócratas. Jo, qué guay era ser hispano.

Pero hete aquí que desde las montañas aparecieron los romanos. Unos ogros nauseabundos, hitlerianos y follacabras que llegaron con el único objetivo de joder a los cristianos, digo hispanos, en todas sus acepciones. Ateos, lascivos, bebedores y ni tocan la guitarra ni cantan ni nada. Jo, qué joputas eran los romanos.
Pero no temáis. De debajo de las piedras surge el salvador, con el brazo de Mazinger Z, la moral de Heidi, la bondad de Mimosín y el sentido de la justicia de una madre con seis hijos. Y echará a patadas a los romanos al grito de libertad y devolverá la democracia a sus chicos….Jo, qué majo es el Viriato.

Este es el argumento de la nueva serie “histórica” de Antena 3. Y encima te lo plantan orgullosos en el careto los antenienses Casi me los imagino cuando se cruzan con uno de la 2:
–Toma, serie histórica, que eso e mu intelectuá. Vosotros tenéis a punsé y nosotros serie histórica. Ala.

Tiene cojones la cosa. La puta serie tiene de histórica lo que mi almorrana de épica.

Y no voy a la puesta en escena. No soy como esos destripaterrones que acusan a la serie de tamañas blasfemias como que las alfacas no existían en aquella época, que los hispanos no se llamaban hispanos a sí mismos, que los nombres no coinciden, que en la toma 35 se ve el destello de un reloj digital en la muñeca del soldado Aurigius. Incluso un Sapientín avispado nos avisa todo sesudo, en los foros, que los hispanos no hablaban en español. Bravo, campeón.
No, el tema es mucho más peor. Lo primero, el tufillo a Bravehart es patente; algunas escenas son sospechosamente siamesas y algunos discursos parecen pergeñados por un acólito del cortar-pegar.
Lo segundo es el tufillo nacionalista que desprende la serie; claro que siendo hispanos, no sé, joder; igual ganaron el mundial bárbaro también. Antena3 es lo que tiene.

Pero más que eso, el perfil psicológico de los personajes es más plano que el de bush después de 3 copas. Unos son intrínsecamente buenos, cariñosos, demócratas (¿??), no sexistas, limpitos y solidarios (¿hay alguien que se crea que un pueblo bárbaro tenía esos valores?). Otros, los romanos, eran crueles, viciosos, miserables, egoístas. El maniqueísmo extremo de toda la trama convierte en una fábula infantil lo que pretende ser, de lejos, un relato histórico. Francamente, si Viriato no hubiera sido el doble de joputa que Galba el romano, cosa que no dudo, no habría durado ni un telediario (de los de antena3 claro).

Pero, en fin, viendo las audiencias, muchedumbre son los que quieren insuflarse de vientos patrios y bondadosos y vestirlos de una aureola histórica, pakenosediga que ven telebasura, hombre. Ya me lo dice mi sobri: “no me toques los cojones, yo a los 5minutos quiero saber quién es el bueno, el malo y la chica, que pa´ pensar ya está el cole “ (bueno, no lo dice pero lo piensa).

En fin, yo me quedaré viendo gran hermano. Al menos ahí las mentiras son de verdad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo iba con los romanos, aunque nos ponían a parir, iba con el derecho, con la civilización, con los puentes, con Catulo. Igual que los árabes vinieron con tableros de ajedrez cuando no estaban mal vistos.
Un chico llama desde el portero automático, gasta una broma:
-Somos los latinos.
su acento es sudamericano,

Ni puta idea.

Pd: D4, D4, ¿donde coño está d4?,
(P4D). Soy de Murcia, y por casualidad encontré tu blog, también soy ajedrecista. Me llamo Julio César, y me haces pasar muy buneos ratos leyéndote. Gracias.

Anónimo dijo...

pues nada, bienvenido a este desván de despropósitos. Es más barato que ir al psiquiatra y más constructivo que delinquir. Y los efectos, parecidos a cualquiera de las dos opciones.

Blas Zeta.