sábado, 14 de julio de 2018

Aguas grises

Un aullido profundo y sonoro desgarra la paz del amanecer brumoso de las landas.Nadie parece inmutarse. El emisor vuelve a la carga pero el aullido se transforma ahora en un gorjeo extraño. 

- Un guacamayo- me juego el bulto. No hay nadie con Google para desmentirme. Me permito esta pequeña satisfacción. Ninguna luz asoma desde las autocaravana del camping, que parecen fantasmas de latón a estas horas intempestivas. 

Doy una calada al cigarrillo y echo la ceniza sobre la boca del africano. 
Oigo un ruido a mis espaldas. Veo una legaña enorme con tu forma envuelta en la rebeca que usamos en verano como colcha. Te sientas a mi lado sin decir nada. Alargas la mano exigiendo una calada. 

- Esta chupado- te informo.

Esbozas sin ganas un atisbo de sonrisa y coges el cigarro. Tras tantos años de relación el humor es un invitado sordo e insustancial. 

-Te acordaste ayer de las aguas grises? 

Mierda, lo olvidé. Me tocaba a mi vaciar el depósito de la autocaravana.
Niego lentamente con la cabeza. Das otra calada. 

-Hoy es el día, ¿no? -preguntas sin mirarme. No sé si es pregunta o afirmación. 

No digo nada y saco otro cigarrillo.

El guacamayo vuelve a gorjear rasgando el tenso silencio que se ha formado.

-Malditos cuervos- exclamas de golpe, -no me dejan dormir-.

Silencio tenso otra vez.

Vuelves a la caravana sin esperar respuesta.

Voy a hacer café, ¿quieres? - graznas desde el interior.

Emito un gruñido que puede significar cualquier cosa.

Se abre la puerta de la autocaravana de enfrente y surge Ramón con unos espantosos calzoncillos de flamencos. Me sobresalto, se da cuenta y se parte el culo. 

- Qué, vecino? no podemos dormir eh? 
Se vuelve a descojonar. Suelto otro gruñido indefinido. 

-Me voy a hacer un pis y a recoger la barbacoa de ayer, nos pusimos hasta el culo - me dice como si me importara una mierda. 

Arqueo las cejas en señal de aprobación, sobre todo para que desaparezca. 

Al momento pasa a mi lado Josu con su flamante nueva bici y su flamante nuevo equipamiento completo; casco, maillot, culote, zapatillas,... un completo, vamos. Y todo para hacer sus 20 minutos diarios de bici por carril bici. En realidad es todo del Decathlon pero él los lleva como si fuera Giant o Canyon. De todas formas me cae bien. Hace el  gesto de saludar y la regaló mi primera palabra de la mañana :

-Aupa-

Se pierde en dirección al pavo-guacamayo. 

Apareces con dos katilus llenos de café y alargas la mano para darme uno.

-Hoy es el día no? Esta vez es más afirmación que pregunta. Lo sabes de sobra pero supongo que tienes la necesidad de preguntarme. 

Asiento de forma imperceptible; tú bajas la vista.
-Joder, qué mierda- concluyes. Y das un sorbo. 

No digo nada y doy otra calada; me estoy fumando las uñas ya. lo apoyo en el africano, que está ya cerca de desbordarse.

Se acerca la señora Antonia. Ha surgido de la bruma. En las manos blande una bandeja llena de croissants. 
- ¡Hola chicos!; os he visto despiertos y he pensado que tendríais hambre. 

La señora Antonia es viuda aunque no muy mayor y prácticamente vive en el camping. 

Antes de que podemos responder comienza un monólogo sobre unos supuestos ruidos en el camping ayer noche
 
- Habéis oído ¿no? 

Sin esperar respuesta, continua:

-uyyy como la Charito ya sabéis lo que le pasó en un camping...

la historia es bastante insustancial y acaba con Charito asustada por un puto gato. Pero la señora Antonia disfruta de su propia narración:

-Por dios....otra cosa es mi chico  Albertito, que  una vez en Amsterdam, en un camping.... 

Desconecto, pongo el automático y me concentro en el aullido del cuervo-guacamayo, que, lejos de decaer se acelera.

Tú eres más sociable y atinas a meter comentarios monosilabicos en la verborrea incesante de la señora Antonia. 

Algo toca mi pantorrilla. Es Pierre, el niño de los vecinos. 

-Hoy toca bici! ,alle ! , alle ! vamos!, me dice en un español más que decente. 

Mierda, lo había olvidado, les prometí a los vecinos que le llevaría en bici por el lago de Hossegor. 

-Mira Pierre, creo que hoy no es el mejor día.... 

Me lo pgometiste,! Las pgomesas se cumplén! Me chantajea el prepuber. Resoplo. 

Se acerca Laurent, el dueño del camping. Con su español de dos veranos en Salou nos informa de no sé qué problema con la factura que no atino a comprender ni lingüística ni matemáticamente. Hoy no tengo el día para eso. 

El hombre gayumbo, Ramón, aparece de sus quehaceres urinarios y ofrece sus voluntarioso servicios de traducción, a pesar de que apenas habla francés. Ambos se enzarzan en una conversación imposible que no lleva a ninguna parte.

Mientras, la señora Antonia nos narra los procelosos mundos de la relación de su hijo Alberto con la arpía esa de Holanda, Eve, con la que parece estar casado o arrejuntado. Tú aguantas a duras penas el chaparrón aunque ya solo te limitas a asentir sin ganas.

Decathlon man, Josu, vuelve de su paseo cicloturístico y se acerca; parece divertirle la turbamulta que se ha montado en nuestro porche. La señora Antonia, notando seguramente la caída en picado de tu nivel de atención, decide adoptarle y le pregunta:

- qué tal tu bici nueva? 

Antes que conteste le espeta que Albertito se ha hecho un profesional de la bici en Holanda; allí todos van en bici. y.....

Pierre sigue dándome golpecitos en las Bermudas para reclamar su acuerdo y su cacho de atención. El cuervo-guacamayo ha encontrado unos cuates y ya lo que suena es un coro de gorjeos y chillidos irritantes  desde el fondo del camping.

Una enorme y negra nube empieza a nublar mi cabeza. Voces atropelladas embotan mi cerebro hasta que el fin estallo como un volcán.

- hostias!!!, hoy cumplo 45 años!!! 

Las conversaciones cesan de golpe y un gélido silencio se instala en el grupo, que segundos antes charlaba animadamente. 

Todos saben que los 44 años es la edad máxima permitida en el súper poblado mundo actual desde que se instauró el Acuerdo Global de Control de la Población. El chip que llevo implantado en el brazo dará aviso a los ejecutores que aparecerán a lo largo del día. 

La masa se va deshaciendo. Laurent mira las facturas y decide que ya no merecen la pena. Pierre ha desaparecido. La señora Antonia se queda sin palabras por primera vez en mucho tiempo; balbucea algo y se vuelve con su bandeja de croissants. Decathlon Man decide que le faltan kilómetros para cumplir el día y se  marcha pedaleando.
Ramón parece percibir de golpe sus semidesnudez y sale tapándose la entrepierna avergonzado.

Y tú te quedas ahí, con los ojos brillantes por lágrimas que ya no alcanzan a salir. Ya hemos hablado mil veces de esto. 
Buscas algo que decir pero solo te sale un murmullo tembloroso:

- Acuérdate de las aguas grises. 

Y te metes en la autocaravana.

-Sí, sí, las aguas grises - susurro para mi.

Pero antes de eso, enciendo otro cigarrillo.El africano aguantará uno más.

El coro de cuervos-guacamayos decide dar por terminado su concierto.

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