Tócate los
huevos (guarda esa mano, que es una frase hecha). Pues ahora resulta
que no. Y la culpa es de las vecinitas, adoratrices de satanás embutidas
en impolutos hábitos. Resulta que las santas señoras, avinagradas de
macerar entre muros de piedra del grosor de mi pierna y ahítas ya de
recibir la gracia del Señor a todas horas decidieron dedicarse a
quehaceres más mundanos y, siendo monja, pues no te dedicas a la
metalurgia ni a la construcción del cable coaxial transoceánico. Si eres
monja y quieres contribuir con el vil metal a la gloria del señor y a
la economía del monasterio, haces pastas o licores. Estas optaron por la
opción b), elección menos santa pero más lucrativa. Y, guiadas sin duda
por el Maligno, se pusieron a perpetrar un licor que te elevaba el alma
y te bajaba los gayumbos, bragas en su defecto, hasta los tobillos.
Pero tal
fue su éxito que llegó hasta el Vaticano y su Santidad, en su infinita
sapiencia, dedujo que nada malo podía venir de tan inocentes hacedoras y
se empezó a poner hasta las cartolas del brebaje. Bien es sabido que la
borrachera no depende de lo que trasiegues sino de la voluntad del
Altísimo.
Y ahí empezaron sus viajes astrales. Si es que, a falta de peyote, alimento de hechiceros, bueno es el digestivo de hierbas.
No contento con ello, Joseph ha querido hacernos partícipes de sus paseos mentales y, de paso, hacerme polvo la navidad.
Resulta
que en su último libro nos cuenta, cómo fue el nacimiento de
Jesucristo. Y lo hace con tal prolijidad de detalles que no cabe duda
que ha visitado en persona la villa de Belén en uno de sus viajes
imaginarios. Y tal trasiego de lingotazos tiene que hacerlo justo este
año, cuando me disponía yo a recuperar el belén, ese que teníamos en
casa de toda la vida. Más que nada para que la Txipirona pase como un tifón por encima y el pastor acabe en el pesebre y el río de plata se
convierta en una pelota comestible. Pero vamos, que yo quería poner mi
belén. El jesuita que llevo dentro empezaba a aflorar y ya me estaba
poniendo tierno. Pero viene el Papa y me da un sopapo.
Dice el
Preboste que no había burro y asno en el nacimiento. Pero cómo que no???
Estabas allí??? Qué coño había? un ornitorrinco y una boa
constrictor??? un león del Serenghetti y el Chupacabras?? Pues tampoco,
Joseph dice con la seguridad que te da la posesión de la verdad
absoluta que no había bicho alguno en la santa sala de partos. Vamos,
que ni una triste mosca cojonera. Pero hombre, ¿qué te molestaba un par
de pánfilos bovinos rumiando sus pajas ahí al final del belén, sin
molestar a nadie?. Pues que no, ahora es herejía incluir buey o asno como
animal de compañía.
Pero no
acaba ahí el viaje papal. Que lo de los reyes magos no lo tiene muy
claro el amigo Joe. Que sí había tres tiparracos camino a Belén, pero
que tiene dudas de que sean reyes o magos. Parece que en su viaje
astral los vio allá a lo lejos. Pero, vamos, que lo mismo eran de Seur y
le llevaban unos paquetes urgentes al Niño. Toda la vida luchando contra ese
gordo cebón, vestido de payaso de feria que dice "jou-jou-jou" y ahora
te lo dinamita desde dentro el tío ese vestido de blanco. Que sí,
hombre, que sí que existen; que yo me he tomado tres patxaranes a los
postres de la comida y también he viajado al pasado y los he visto. Me
niego a contar a la Txipirona ,cuando aprenda a hablar, que los regalos
son del papa-noel chungo ese.
Pero
Joseph ya estaba lanzado; todavía añade que sí había estrella de Belén
pero, sin duda asesorado por Punset, afirma que no era una estrella sino
una supernova. Ahí ya sí que se nos ponen los ojos como platos.
Balbucea una explicación pseudocientífica que nos deja sin palabras, una especie de mezcla de "Redes" y "Pueblo de Dios". Para rematarlo ya, se alía en
su último viaje con Aramis Fuster y afirma que en el nacimiento de
Jesús se dio una sorprendente conjunción interplanetaria. Vamos, que un
chupito más y le hace el horóscopo a Cristo o le lee las líneas de la
mano.
En fins,
que yo quiero poner el belén pero ni se me pasa por la cabeza hacerlo
sin seguir la senda de la madre iglesia y caer en herejía o apostasía.
En resumiendo, tengo que quitar todo tipo de animales, bestias e
insectos. los reyes magos desaparecen y, si acaso, envían sus regalos
por correo postal; en lugar de estrella tengo que buscar una supernova,
que a ver cómo le explico al chino del todo-a-cien que necesito una
supernova apañada. Y caso de que lo entienda que me ponga tres planetas
para hacer la conjunción planetaria papal. Anda, que ya son ganas de
tocar los huevos.
Dios,
como le dejen la botella completa al Papa, nos descubre cómo
desaparecieron los dinosaurios y qué pasó en el Big-bang. Eso sí, con todo lujo de detalles. Palabra de Dios.
2 comentarios:
Bueno, resulta que hemos cambiado de Papa y no te renuevas. ¿Que pasa? ¿Se te esta muriendo el blog?
Tras un período de retiro espiritual, provocado sin duda por la semana santa, volvemos a retomar el blog;
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