Estás abúlico, desvaído, alelado, estudiando ceñudo la apasionante estructura de la telaraña del techo (no estaba ayer, no?). Y mientras piensas en el puto informe Torres, que acabas de presentar a tu jefe mal y tarde y que te ha costado algo peor que una bronca; una sonrisa condescendiente. Peor aún, unas palmaditas, que te han dolido como puñales y un "bah, no te preocupes" que te ha espetado con la misma cara con la que calcula los finiquitos.
En tu mano sostienes el maldito brebaje que expende esa máquina infernal, que se anuncia heredera de Juan Valdés pero que más se acerca a experimento fallido del profesor Bacterio. Regalas con una mueca de asco cada sorbo mientras sigues concentrado en el maldito Torres, en la telaraña y en la madre que los parió a todos.
Y entonces se acerca. Entra en la sala de descanso dubitativo. Mira a un lado y a otro y entonces te ve. Pone cara de "jode, qué sorpresa encontrarte aquí". Como que no sabe el jodido que te pasas en esa sala la mitad de tu horario laboral. Se dirige hacia ti con paso firme. Te pones en guardia. El cartel de peligro se marca en relieve en tu frente. Te olvidas de la telaraña. Te olvidas de Torres. Te olvidas de Juan Valdés. "Qué coño quiere este?".
- Qué? Echando un café? -te suelta el ufano colega.
- No, preparando la reunión del G-20, no te jode. Lo piensas pero no lo dices. En cambio, sueltas un manido:
- Aquí echando un cafécillo....
- Jode, qué mal está lo de la crisis eh...
Dios, este quiere algo, no hay que darle conversación.
-bueeeeno.
-Oye, por cierto....
Dios, peligro, defcon1, sabes que todas las frases que comienzan con un "por cierto.." acaban en marrón en el mejor de los casos y en desastre en el peor.
El tío continúa:
-Por cierto, tengo el chaval que juega en un equipo de baloncesto y, ya sabes, hacen una rifa para subvencionarse, ya sabes, los chavales que no tienen un duro, me comprarás unos cuantos boletos eh.
Te han cazado, estás desarmado, hundido. Abres la boca mientras imploras a tus neuronas que hagan la sinapsis a toda hostia y te busquen una excusa creíble. Pero lo único que sale de tu boca es:
-Eeeh?
Dos minutos más tarde, tienes 3 boletos en tu mano para la rifa de una motocicleta y 9 euros menos. El agresor ha huido con su botín mientras tú sigues boquerón sin saber bien qué ha pasado. (Por cierto, para qué coño quieres una motocicleta?.)
Yo te lo cuento, has sufrido el ataque del "homo boletus", una especie que aparece hacia octubre y que está armado con un taco de boletos para una rifa imposible. Estos violadores de carteras ajenas no tienen piedad, son letales, buscan tus momentos de debilidad, se aprovechan de tu capacidad de reacción, rayana en lo bovino, de los buenos sentimientos que aún te queden, del espíritu navideño que te pone tierno.
Y tienes muchos homos boletus cerca. Son primos, sobrinos, cuñados, amigos, amigos de sobrinos. Están acechando. Están ahí fuera.
Yo tengo el único arma que sirve contra ellos. El "Contraboletus". En cuanto se me acerca el "Boletus" de turno y desenvaina el taco, yo saco mi propio taco, del sorteo de mi club, y lo que el agresor pensaba sería un atraco a mano armada, se convierte en un inocente intercambio de papelinas. Tras el trueque, Boletus se aleja cariacontecido y yo, dos boletos que me he quitado.
Por cierto, para dar fe, aquí la dejo colgada. Comprate uno. Que toca. Que sí.
3 comentarios:
Joder Jimenez que bueno!!!!
ultimamente estas que te sales...
¡¡Serás sinverguenza!!
¡Pero si al único que le he comprado boletos en toda mi vida has sido tu. Ahora resulta que el homo boletus es otro!
Ya te vale ;)
Exagarado que eres...por uno o dos boletillos que te vendí para fomentar que los chavales le den al ajedrez en vez de echarse a las drogas, el juego o la teletienda....
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