Antes de ver lo que Arturito, el repetidor, llevaba en su caja de compases, decidimos actuar.
Y ahí estaba ahora, desangrándose en la carretera junto a su moto. Un litro de aceite en la curva habia sido suficiente.
– Igual nos hemos pasado – aventuré.
– Qué se joda.- Ander "el loco" se desternillaba.
Arturito "La bestia" había sido nuestra pesadilla este curso. Sus palizas y robos fueron consideradas "cosas de chicos" para el rector, que nos obligó a darnos la mano con él.
Arturito prometió venganza y nos dijo que lo que tenía en aquella caja nos arruinaría la vida.
– Bueno ¿Qué hacemos?
– Vamos a abrir la caja, cogésela.
Abrimos la caja y nos quedamos estupefactos. .
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