martes, 19 de noviembre de 2019

Microrrelatos: Dedo acusador


Antes de ver lo que Arturito, el repetidor, llevaba en su caja de compases todos estábamos expectantes.

-Vais a flipar.

De la caja sacó con pinzas un dedo ensangrentado y cercenado.

Silencio gélido. Caras boquiabiertas.

– ¿¿Dónde lo has encontrado?? Hay que avisar a los profes! O a la policía!.

– Calma. Nadie va a avisar a nadie. Esto estaba enterrado en el claustro.

Silencio de nuevo. El claustro estaba totalmente prohibido a los alumnos.

– ¿Y qué vas a hacer?

– Yo qué sé, enterrarlo otra vez.

Solo yo reconocí ese dedo. Era de Rosita, la asistente y amante del rector. Yo también me acostaba con ella. Pero mejor callar, que ya sé cómo acaban estas cosas.

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