Domingo
04,30 a.m.; guasap del gallego; "acabo de llegar a casa; pero
tranquilos que mañana estoy a tope"; solo le faltó añadir: "choich
unoch tioch de puta madrech"; el detalle es que "mañana" era tres horas
más tarde. Ochoa andaba a la par al parecer.
Ante
este panorama enfilábamos la recta hacia la Siberia vasca para traernos,
dios mediante, kilo y pico de chatarra con placa y kilo y pico de grasas
trans del Lunch. A fin de poder introducir cinco Orvinas en un utilitario
hubimos de prescindir de los Orvinas más voluminosos; por suerte entre
los de tamaño estándar se encontraba un tal Garbisu, prometedor chaval a la par
que talentoso con el gps, mal endémico en este club de bujuleros.
Tras
comprobar en el viaje que las horas que mete el gallego en el Subsuelo
son inversamente proporcionales a los réditos eroticofestivos que
obtiene; llegábamos a Vitoria sin mayores problemas; tras meternos en
el cuerpo la obligada emulsión sólida de patata y huevo; hacíamos acto
de presencia en el San Viator. Allí nos encontrábamos al tandem Lucas -
Albaina; ínclitos amanuenses en este tipo de encomiendas. Con
puntualudad... ejem...caribeña, comenzaba el
torneo.
Los locales junto con groses,los zornotzas, los Balmasedas de
Iruzubieta y Egidazus parecían los más duchos en esto de empujar madera a
toda hostia. Corrían las rondas y pronto nos veíamos con algunos
problemas para clasificarnos para la fase final, al empatar dos de los
encuentros. Pero un atracón final a base de roscos nos dejó primeros
aunque a poca distancia de Balmaseda. Sorprendía la eliminación de los
locales, menguados eso sí por las ausencias. A la fase final llega por
la otra parte del cuadro Zornotza y Gros.
En la fase final, la clave estuvo en la
segunda ronda; Iruzubieta vengaba la derrota ante Unai en la fase previa
y el resto no tenía mejor pinta; de estar rozando el rosco en algunas
partes del encuentro pasábamos al empate a dos tras salvar
milagrosamente dos puntos. En la última ronda le metíamos 4 a gros y nos
hacíamos con el trofeo, por delante de los Balmasedos. Buen torneo de Unai y sorprendentemente del
gallego y regular el de Mikel al que algunas presencias femeninas afectó
negativamente; y es que mientras corrían los segundos él miraba al techo con
expresión bovina pensando en sabe Dios qué guarradas piensan los
adolescentes de hoy en día.
Tras
la entrega de trofeos llegó el discurso final, que calentó los
corazones pero enfrió las croquetas. Solo los vigilantes de seguridad,
contratados ex profeso, evitaron que las zarpas se antepusieran al
pistoletazo de salida. Pero tras la bendición del orate, empezó lo que
Albaina denominó "comida de hermandad". Dios mío, qué poco debe de
querer a sus hermanos. Lo que allí se vio es un contubernio de manos
llenas de dedos que se abrían paso impúdicamente hacia los trozos de
pizza barbacoa, sin duda, la triunfadora de la hermandad. Pronto fueron
esquilmados los platos y se veían seres desesperados apurando bolsas de
patatas como si fuera el maná. Los orvinas, conocidos gourmets,
asistimos atónitos a este espectáculo y nos conformamos con algunos
trozos de brócoli cocido con foie que traíamos en un tapper. Aterrados
por el espectáculo, huimos despavoridos hacia el coche antes de que la
cosa fuera a mayores y que los "hermanos" nos consideraran parte del
lunch.
Una buena mañana en un torneo ya clásico en nuestro calendario y al que no habremos de faltar en próximas citas; al menos mientras nos crezcan los enanos.
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