El
traqueteo del Tronkomovil de Monje, para quien los amortiguadores deben
de ser bebidas espirituosas, nos va sumiendo en un sopor solo superado
por esa intensa gazuza que acompaña siempre al ajedrez en el Orvina B y
que es como el quinto jugador. Pasamos Altube por los pelos tras
presenciar como dos enormes camiones, en una impúdica y sexual
exhibición camionera, se ponían a hacer la tijera en plena autopista. El
gallego no calla; y de cada tres palabras que esputa, una es alubias;
se le ha metido en la cabeza que quiere alubias y no hay forma de
sacárselo de la cabeza. El episodio de gastroenteritis que sufrió 24
horas antes no es óbice, faltaría más. No hay problema; últimamente el
programa con el que el Orvina B prepara las partidas, en lugar
del Chessbase es el Tripadvisor. Ya le encontraremos algún sitio
elegante, donde pongan espuma de hongos y cosas de esas.
Enfilamos al norte y van asomando los rascacielos de esa ciudad donde
se crió esa bestia del ajedrez que es un servidor pero a la que ningún
equipo y ningún entrenador ha conseguido sacar el Carlsen que habita
dentro, pero muy adentro bajo esa cáscara embrutecida. Me va invadiendo
la nostalgia según llegamos; era joven, tenía sueños, comía como un
animal, bebía como un cosaco, jugaba el muro, la budapest y el veresov.
Dios mío! pero si es lo mismo que hago ahora! No he evolucionado!
Mierda! Saco mi libreta y apunto: "despedir a mi psiquiatra, no ha
conseguido ningún avance en 20 años". Vamos entrando en Bilbo; esta vez
no nos recibe la Txapela, esa capa de mierda que sobrevuela la urbe los
pocos días en que no llueve. Mis compañeros no lo notan; en Pamplona la
única forma de contaminación que se conoce es la polución nocturna.
Por
suerte, para encontrar el sitio, Monje cuenta con un nativo, con Gallego, alias gepesiño, y con el Trol que, al menos, consigue no vomitar a
pesar de sus mareos. Con ese equipo uno no se puede perder por Bilbo .
Media hora más tarde, tras salirnos dos veces dirección Santander y
pagar dos veces los 23 céntimos de la autopista de ¿Galdákano?
conseguimos llegar a Santutxu.
Allí tomamos una decisión que acabaría siendo clave esa tarde; Nos vamos al Bruselas, regio papeadero de grato recuerdo en el club por veces pasadas y donde las raciones son como hacer abandonar Andalucía a Falete. Y por supuesto, con un pote de alubias para el gallego, claro. Cualquiera le aguanta, si no.
Allí tomamos una decisión que acabaría siendo clave esa tarde; Nos vamos al Bruselas, regio papeadero de grato recuerdo en el club por veces pasadas y donde las raciones son como hacer abandonar Andalucía a Falete. Y por supuesto, con un pote de alubias para el gallego, claro. Cualquiera le aguanta, si no.
-
¿Os vais a comer todo eso? Pregunta entre preocupada y ojiplática la
simpática mesonera, tras comprobar que hemos añadido unos extras a los
menuses.
- Es que somos deportistas- le aclaro yo para tranquilizarla. Efectivamente, se queda más tranquila.
Como
siempre, el Bruselas cumple con nota y no solo en cantidad; todo está
buenísimo. Cuatro orvinobés salen del local notando como la gravedad es
una fuerza más intensa que antes. Ni siquiera el chupito de hierbas y el mus de rigor
pueden con el pastuz de alubias, pollo, pisto y pantxineta que habita en
nuestro interior. En esas condiciones entramos en Zuri.
En
Zuri hace un frío que pela; eso parece Siberia,qué digo Siberia? peor
aún, parece Vitoria. Nos embutimos chambergos y jerseyses y a jugar.
A
Zuri le pasa como a Orvina b: las mismas caras, los mismos gestos. Ocho
viejos braceros en esto de mover madera nos ponemos a ello.
Gerardo-jiménez:
Yo juego con Gerardo. Para una vez que preparo la partida, resulta que
hay otro Gerardo Fernández por el mundo y yo decía: "qué cosas más raras
juega ahora el Gerardo". En fin, apunto en la libreta: " no preparar
partidas; total; Pa ké?". En fin, Española; le hago un janish y
variante del cambio; que, como su nombre indica te cambian todo y, coño,
pues a jugar un final. Así queda la posición.
No hay problema; pasé
tres veranos estudiando finales en Bakú. Un indolente cambio de fichas
por mi parte me lleva a este final de reyes que mi profundo ajedrez
vaticinaba como tablas. Pues no, se pierde. Resulta que no se puede
mantener la oposición de reyes y todo eso. Mierda. Anoto en la libreta:
"despedir a mi entrenado de finales".
Monje-Alberdi:
Monje juega con g3 y le responden con una especie de Leningrado; se queda bien. No vi mucho
su partida; simplemente sacando piezas logra ventajilla por el potente
alfil del fiancheto y la presión en d5 y firman tablas tras finalizar la
apertura.
Vesga-Egoi:
Se juega la típica dos caballos, que jugué yo alguna vez, el ataque Max-Lange. Esta es la posición. El trol de la
pradera me temo que no se la conoce bien del todo. Al parecer aquí hay
que jugar f5, o eso dice fritz. Egoi hace Tg7 y simplemente con Cd4 se
queda hecho una mierda. Si a eso añadimos que unas jugadas más tarde se
deja el alfil de e6 pensando que daba mate en octava con la dama
llegamos a la conclusión de el ajedrez, el tinto con gas y la deglución
masiva son malos compañeros.
Cinza-Maxi:
Los intentos del galego por salir con su pepe-pótamo se ven frustrados
por el planteamiento del negro y la apertura acaba en una especie de
india de rey con blancas. En un momento dado, sabe dios cómo, se come
una calidad limpia tras meter el alfil en d6, lo que parecía augurar una
victoria cómoda. La única compensación del negro parecía un desubicado y
triste peón pasado en c3. Pero, hete aquí, que mientras ´o tarugo do
norte´ se dedicaba a comerse peones en el flanco de dama el peón se iba
haciendo fuerte y llegaba a c2. Y este peón, aprovechando que el gallego
se agachó porque se le había caído el boli, sacó el tarro de vaselina
y....Dios, no quiero contarlo! esto es un blog serio y el gallego tiene
mujer e hijos! Bueno, no los tiene pero como si los tuviera.
Así de bien que nos fuimos con nuestro medio triste puntito rumbo a la foralidad dejando atrás la Txapela, la honra y los barcos. Mas nuestros desvelos no habían acabado aún. Faltaba la venganza de Bruselas. La alquimia de la alubia en el estómago de un OrvinaB es un tema delicado y espinoso y si además, lo
encapsulas en un diminuto C3, puede hacer del viaje de vuelta una
experiencia inolvidable. Por Dios, si ese coche, en lugar del de Orvina B
parecía el de Sestao Naturgas.
Saco la libreta y anoto: "último día que el Orvina B come alubias si hay partida". Y con eso llegamos a Iruña, derrotados pero dispuestos a seguir dando guerra por tierras vasconas.
Saco la libreta y anoto: "último día que el Orvina B come alubias si hay partida". Y con eso llegamos a Iruña, derrotados pero dispuestos a seguir dando guerra por tierras vasconas.
1 comentario:
Jimenez, Alberdi me jugó una holandesa leningrado.
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