- De toda la vida. Le conozco de toda la vida!. Y el muy cabrón, qué se ha creído ese desgarramantas.
A eso le sigue una letanía de insultos y exabruptos interminable.
Sería hasta gracioso si no fueran las 4 de la mañana.
Desde que se encontró ayer con Héctor, su mejor amigo, y éste la ignoró miserablemente entra en erupción cada dos horas.
De verdad, no me importa quién la salude, ni siquiera me importa que se acostara con él en esta misma cama desde la que brama hace una semana aprovechando mi ausencia.
Pero, por Dios, sólo quiero dormir.
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